Mi Código de la Circulación por la carretera de la vida.

"Yo soy solo uno. Puedo hacer solo lo que uno puede hacer; pero lo que uno puede hacer, yo lo hago" (John Seymour, 1914-2004). //La sinceridad está sobrevalorada.// Antes de hablar ten claro que las palabras sean más oportunas que el silencio.// No discutas nunca con un imbécil. Te obligará a rebajarte a su nivel y te ganará por experiencia.// ¡Cuántas veces no se pretende sólo derrotar al contrario, sino más bien hundirle tanto en lo profesional como en lo personal!// ¿Quieres ser feliz un instante (o dos)? ¡Véngate! ¿Quieres ser feliz para siempre? ¡Perdona!// Cuanto más pequeño es un corazón, más rencor alberga.// No juzgues. Todas las personas te pueden sorprender si les das la oportunidad.// Tú sigue adelante, si alguien quiere ir contigo, que tire también.// No mires mucho alrededor, sigue adelante pues como dijo no sé quién: "es preferible pedir disculpas a pedir perdón".// No es posible caer bien a todo el mundo. Hagas lo que hagas unos te querrán y otros te aborrecerán. Es inevitable.// El ser humano forma parte de la Naturaleza y es un ser vivo como los demás (árboles, zorros, libélulas, bacterias) por lo que está sometido a los mismos procesos vitales.// Las religiones son el principal enemigo de la salud mental.// Si soy normal, y hago esto y lo otro, seguro que todas las demás personas harán lo mismo o cosas parecidas.

martes, 28 de septiembre de 2010

La casita de Blancanieves. Impresiones andaluzas 3.

Han sido diez días colaborando en el anillamiento científico de aves en paso postnupcial en el Parque Nacional de Doñana. estación de anillamiento Manecorro. La casita, situada bajo un alcornoque, frente a la marisma y El Rocío, parece la casita de Blancanieves. Para que la impresión sea perfecta tiene dentro dos camitas. No siete, sólo dos. El tiempo ha sido magnífico y los resultados científicos creo que interesantes. Dentro de las labores de anillamiento científico propias de la casita, han sido unos días fenomenales. El aire vibraba con los lamentos de los ciervos berreando. Entre dos luces, rodeados por la bruma del amanecer, como antiguamente veían los cazadores a los venados, así los hemos visto. Bellos, valientes machos. Hoy nadie les acecha. Sólo las hembras miran de reojo a sus galanes. En el interior del Parque Nacional no resuenan los tiros.

2 comentarios:

  1. Me suena esa casa...

    Y qué raro se hace ahora salir por la puerta cada mañana y pisar asfalto en vez de tierra. Escuchar coches en vez de venados.

    Un poco triste, sí. Pero lo vivido ahí está, y lo que queda por venir, que no es poco.

    Un saludo Antón!
    Fran

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  2. Tienes toda la razón. Y encima ¡qué frío! Pero que nos quiten lo bailao.

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