Dentro del proyecto de autoformación que nos hemos impuesto, el sábado 19 de junio recorrimos una parte de la Dehesa de Puras de Villafranca para realizar un censo de aves a partir de sus voces y reclamos. La dehesa de Puras de Villafranca es un bosque, público en su mayor parte, que conserva una enorme cantidad de árboles añosos. Adehesado por su dedicación a la ganadería extensiva, el estrato arbóreo está consituido mayoritariamente por hayas. Aunque también se encuentran allí el serbal, el acebo, el avellano o el tejo. En algunas manchas de carácter privado se encuentran algunas repoblaciones de coníferas, especialmente de pino silvestre. El estrato arbustivo está conformado por un rico sotobosque de endrinos, majuelos, zarzamoras, arándano, enebro, granzón o escaramujo. El estrato vegetal se complementa con una capa de brezo morado y blanco, helecho, musgo, genista, jara o gayuba y una extensa pradera herbácea en la que pasta ganado vacuno y caballar; y en cuya superficie podemos encontrar pequeñas láminas de agua en general artificiales. La combinación de espacios arbolados con espacios abiertos así como el resto del tapiz vegetal conforma un mosaico con cierta diversidad de ecosistemas. Iniciamos nuestro recorrido a las 10:30, en un día con claros y nubes y sol a ratos. Durante todo el paseo nos acompañaron los cantos y los reclamos de una gran densidad de aves. Las aves vistas o escuchadas e identificadas sin duda alguna fueron: busardo ratonero (Buteo buteo), carbonero garrapinos (Parus ater), carbonero (Parus major), aguililla calzada en morfo claro (Hieraaetus pennatus), mirlo (Turdus merula), petirrojo (Eritachus rubecula), herrerillo (Parus caeruleus), pito real (Picus viridis), paloma torcaz (Columba palumbus), cuclillo (Cuculus canorus), pico picapinos (Dendrocopos major), verdecillo (Serinus serinus), verderón (Carduelis chloris), chochín (Troglodytes troglodytes), jilguero (Carduelis carduelis), mito (Aegitalus caudatus). El paisaje es absolutamente único, a caballo entre la Sierra de la Demanda y los Montes de Oca, una enorme extensión de monte cubierta por las anchas copas de viejas hayas se prolonga de colina en colina. Se adivina que hay una gestión silvícola prudente, con restos de ramas y troncos ordenados cuidadosamente manteniendo los huecos y escondites en los grandes árboles. Seguro que ello garantiza la presencia de la huidiza mastofauna asociada a este tipo de comunidades vegetales.801811
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