El sábado 26 de junio pasamos la mañana haciendo un recorrido por el embalse de Leiva para tener una primera visión de la comunidad ornítica de este enclave riojano. Hacía calor porque, aunque el cielo estaba nublado, de vez en cuando aparecía el sol. En las fotografías se ve muy bien el cielo que hacía. En el momento de máximo calor, hacia las 14:00 horas, la temperatura era de 25º C. En el agua nadaban los somormujos con su librea nupcial. Cruzaron volando por encima de nosotros dos garzas reales. A lo lejos vimos sobrevolar el embalse una ave blanca que podía ser una garceta común, pero esta observación deberíamos confirmarla en próximas visitas. En el aire sonaban insistentes los reclamos del abejaruco europeo, y en el talud en el que anida la colonia, de unos ochenta y cinco orificios, hay ocupados cuatro o cinco este año. Sobre el agua, en otro talud diferente, una pequeña colonia de aviones zapadores está cebando a los pollos. La tersa superficie de la lámina del agua es alterada por los toques de los vencejos que se lanzan para beber. De entre los carrizos de las orillas sale insistentemente el apresurado canto del carricero tordal. Pudimos diferenciar un mínimo de ocho aves lanzando sus notas desde los carrizos a pocos centímetros del agua. También cruzó un mirlo y un par de lavanderas se persiguieron por el aire de la orilla. Pero los reyes del lugar son los fringílidos. Hay un buen número de jilgueros (no menos de seis parejas con pollos), pardillos (dos parejas), verderones comunes (no menos de ocho parejas), verdecillos (tres parejas). En conjunto son los que más se ven pues van siguiendo al caminante por los árboles que bordean el camino y se dejan ver y oir todo el tiempo. En las laderas de la pared oeste del embalse, la vegetación de secano espliego, tomillo, etc. oculta a una numerosa población de aláudidos y entre las piedras se ven a menudo machos y hembras de collalba gris. El agua está verde, saturada de algas. Como siga así va a tener un problema de eutrofización antes de que acabe julio. Los árboles de la orilla configuran un pequeño soto junto al carrizal, y la fila de coníferas, cipreses sobre todo, plantados por mano humana, se convierten en el lugar ideal para el anidamiento de los fringílidos. Un lugar de abundante vida animal pero frágil y cuyos límites se ven muy bien pues por allí andan, sin ningún control, motos trialeras, coches y furgonetas. Otro día más. 801811.
domingo, 27 de junio de 2010
Aproximación a la comunidad ornítica estival del embalse de Leiva (La Rioja).
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