Los Milanos reales (Milvus milvus) que pasan el invierno entre nosotros, parece ser que son de origen alemán. Allá por el mes de febrero volverán a su Alemania natal y abandonarán las generosas tierras de la Bureba que se les han brindado hospitalarias durante lo más duro del invierno teutón. Nos abandonarán y volverán al Norte para entregarse a las tareas propias de la reproducción. Vivir en Alemania parece ser que es duro para estos emigrantes y hay científicos que explican la reducción de efectivos que se aprecia en los sucesivos censos, en la mortalidad que entre ellos causan los parques de aerogeneradores para la produción eólica de energía eléctrica que tachonan Alemania. Seguro que también aportarán a la degollina los aerogeneradores españoles, que empiezan a crecer por doquier. Los dejan partidos por la mitad. Pero no es el único enemigo. En el último viaje que este invierno hice por las carreteras de Castilla y León, entre Burgos, Palencia, Valladolid, Salamanca, Zamora, etc. vi varios cadáveres de aves que habían sido arrolladas por el tráfico.
Más me parecieron de Busardos ratoneros (Buteo buteo) que de Milanos reales, pero parece que algunas de estas aves veleras, que se lanzan sobre la carretera para alimentarse de los cadáveres que el mismo tráfico ha producido y que remontan vuelo como si fueran cometas, acaban siendo desequilibradas por los flujos de aire de coches y camiones y terminan arrolladas sobre el asfalto. Así que no sólo es duro vivir en Alemania sino también en España. Es difícil para las aves, y los animales silvestres en general, vivir en cuaquier parte que deban compartir con el ser humano. Éste raramente acomoda sus formas de vida y costumbres a las de los animales, sino que hace lo que le parece y el que no lo aguante, que desaparezca. Tengo la impresión de que los animales silvestres están permanentemente en el filo de la navaja de la supervivencia. Soportan fríos, lluvias, aguaceros, nevadas. Duermen en altos árboles mecidos, cimbreados y agitados por el viento. Buscan su alimento durante diez horas diarias. Ya es duro sobrevivir en estas condiciones, pero si además, añadimos circunstancias más exigentes, o ponemos trampas y lazos (aunque sean metafóricos) a aves y todo tipo de animales, los astronautas de la nave azul, dentro de poco, iremos sólos o, como mucho, acompañados por pájaros negros que nos recordarán el luto por todas las especies desaparecidas.
Más me parecieron de Busardos ratoneros (Buteo buteo) que de Milanos reales, pero parece que algunas de estas aves veleras, que se lanzan sobre la carretera para alimentarse de los cadáveres que el mismo tráfico ha producido y que remontan vuelo como si fueran cometas, acaban siendo desequilibradas por los flujos de aire de coches y camiones y terminan arrolladas sobre el asfalto. Así que no sólo es duro vivir en Alemania sino también en España. Es difícil para las aves, y los animales silvestres en general, vivir en cuaquier parte que deban compartir con el ser humano. Éste raramente acomoda sus formas de vida y costumbres a las de los animales, sino que hace lo que le parece y el que no lo aguante, que desaparezca. Tengo la impresión de que los animales silvestres están permanentemente en el filo de la navaja de la supervivencia. Soportan fríos, lluvias, aguaceros, nevadas. Duermen en altos árboles mecidos, cimbreados y agitados por el viento. Buscan su alimento durante diez horas diarias. Ya es duro sobrevivir en estas condiciones, pero si además, añadimos circunstancias más exigentes, o ponemos trampas y lazos (aunque sean metafóricos) a aves y todo tipo de animales, los astronautas de la nave azul, dentro de poco, iremos sólos o, como mucho, acompañados por pájaros negros que nos recordarán el luto por todas las especies desaparecidas.
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