Ahora que en la naturaleza todo está empujando por salir (las yemas rompiendo, las flores pugnando por abrirse paso, azores, ratoneros y aguiluchos realizando vuelos acrobáticos de cortejo), parece que quedan lejos las meditaciones transcendentales. Sin embargo casi todas las manifestaciones del Arte se dedican a representar aquellos momentos más tétricos y oscuros de la existencia humana. Muy pocas obras pictóricas y algunas obras musicales cantan a la alegría de vivir.
Otra mucha música es tétrica, religiosa, funeraria. Hay pintura que nos muestra el mundo visto por psicóticos y depresivos. ¡Qué decir de la poesía! ¡Qué pocos poetas vitalistas hay! La mayoría son románticos, postromáticos, prerománticos o romanticones. En general se van muriendo por las esquinas. El Arte occidental es un Arte para neurasténicos, neuróticos y depresivos. Hay que refundar el Arte. Un Arte que haga hincapié en la luz, la alegría, el amanecer, el sol, el viento cálido, la brisa balsámica. El oficio de difuntos, las canciones para los niños muertos, la música de funerales o los cuadros de guerras y fallecimientos han marcado toda una época histórica en la que las emociones y pulsiones dignas de ser representadas eran las dolientes, las de renuncia, las de olvido y desesperación. Rompamos las viejas tinajas y creemos un nuevo Arte de la Vida, la Libertad, la Luz, el Amor, la Esperanza. Para sentir la alegría de vivir basta con estar en el campo, hundir las raíces en la tierra y aspirar voluptuosamente el aire balsámico que nos trae las esencias de la Libertad. Veamos a los ciegos pájaros cortejándose como si el mundo se fuera a acabar y, sin perder la dedicación, sintámonos parte de todo ello.
Otra mucha música es tétrica, religiosa, funeraria. Hay pintura que nos muestra el mundo visto por psicóticos y depresivos. ¡Qué decir de la poesía! ¡Qué pocos poetas vitalistas hay! La mayoría son románticos, postromáticos, prerománticos o romanticones. En general se van muriendo por las esquinas. El Arte occidental es un Arte para neurasténicos, neuróticos y depresivos. Hay que refundar el Arte. Un Arte que haga hincapié en la luz, la alegría, el amanecer, el sol, el viento cálido, la brisa balsámica. El oficio de difuntos, las canciones para los niños muertos, la música de funerales o los cuadros de guerras y fallecimientos han marcado toda una época histórica en la que las emociones y pulsiones dignas de ser representadas eran las dolientes, las de renuncia, las de olvido y desesperación. Rompamos las viejas tinajas y creemos un nuevo Arte de la Vida, la Libertad, la Luz, el Amor, la Esperanza. Para sentir la alegría de vivir basta con estar en el campo, hundir las raíces en la tierra y aspirar voluptuosamente el aire balsámico que nos trae las esencias de la Libertad. Veamos a los ciegos pájaros cortejándose como si el mundo se fuera a acabar y, sin perder la dedicación, sintámonos parte de todo ello.
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