Garceta común (Egretta garzetta) en vuelo (deberían vérsele las manos amarillas al final de sus patas negras). La cantidad de caños, riachuelos y pequeñas zonas inundadas; así como las charcas intermareales con una gran variedad de invertebrados y de ictiofauna, permite la presencia de toda especie de aves zancudas que se alimentan de ella.
viernes, 13 de agosto de 2010
Una mañana por el Parque Natural Bahía de Cádiz (Toruños y Pinar de la Algaida).
Esta mañana nos hemos ido andar un buen rato por el Parque Natural "Bahía de Cádiz". En concreto hemos recorrido las zonas denominadas Marisma de Los Toruños y Pinar de la Algaida. El día era precioso. Soleado, con viento flojo del oeste que refrescaba el aire y daba ganas de andar. La verdad es que está fenomenal, y saber que es una zona protegida que, a pesar de los intentos de ocuparla de, incluso, las administraciones locales periféricas, se ha librado de la urbanización y de los polígonos industriales, da una gran tranquilidad. Es una superficie muy pequeña, cierto, pero por lo menos está a salvo y eso da una gran serenidad al visitarla. Hemos entrado por la Casa de Los Toruños en el Puerto de Santa María y había mucha gente: ciclistas, familias a la playa, jubilados, parejas... La función social de los espacios protegidos bien a la vista. El principio de la visita transcurre entre arbustos en los que se ven currucas (capirotada y melanocefala), acentores, gorriones, zarceros, urracas, etc. Entre los matorrales se ve a los conejos esconderse a tu paso. Enseguida se entra ya en zona de marisma. Entre las grandes extensiones de salicornias se adivina la silueta de las garcillas bueyeras. En las orillas de los caños aparecen chorlitejos, garcetas, andarríos, zarapitos reales, etc. La bóveda está cruzada permanentemente por golondrinas, aviones, vencejos y el aire lo llenan las voces de las gaviotas: reidora, patiamarilla, sombría. Al llegar al puente de madera que une los Toruños con el pinar de la Algaida, todas las orillas del caño del río San Pedro bullen de actividad. Miles y miles de cangrejos violinistas (los que surten de "bocas de la Bahía" las pescaderías locales) se amontonan junto al agua. Sobre ellos se mueven garcetas comunes, agujas, archibebes, etc. Es el reino de las limícolas, pero tampoco es raro ver a los charrancitos cerniéndose sobre los charcos intermareales. Al llegar al pinar la cosa cambia. Teníamos la ilusión de ver algún críalo, pero no ha sido posible. Sin embargo hemos visto aves forestales como el carbonero común o la paloma torcaz, y de matorral como el zarcero. Entre los juncos de los pastizales vemos un carricerín común. El viento sopla flojito y fresco. El aire está lleno de los cantos de los pájaros y zumban los insectos alrededor. Las sombras que hace el sol sobre el suelo de las aves que sobrevuelan la cúpula del bosque dan una impresión curiosa. El verano está en su pleno esplendor, a pesar de ello, todavía se ven algunos pollos de aves retrasadas. Nos han dicho que este año por aquí todo lleva un mes de retardo, por lo que pueden ser pollos de segundas nidadas. El olor a pino y a matorral, calentados al sol, son muy intensos. Los conejos corretan a nuestros pies. ¡Increíble!¡Bellísimo! Hacemos un descanso, almorzamos bajo la torre de observación e iniciamos el regreso. Libélula en los Toruños. La riqueza de insectos en las zonas del Pinar y los bordes no inundables permite la presencia de un gran número de especies de aves insectívoras. Esta mañana hemos visto currucas cabecinegras, curruca capirotada, golondrina común, vencejo común, vencejo pálido, avión común, etc.
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