¡Yasto y Aky!
El sábado volví a subir desde Cádiz hasta las brumosas tierras del Norte. No hubo ni una nube en la carretera hasta llegar a Vitoria. Pero, lástima, su cielo estaba cubierto de nubes-simpson. El domingo día precioso, fresco y luminoso. Y esta mañana ¡tachán! ¡12º! Fantástica temperatura para ir a trabajar ( si no te mueres congelado). Si fuera oso (Ursus arctos) estaría ya preparando la cueva con su camita para hibernar. Después de haber pasado tres semanas en el Puerto de Santa María sin bajar nunca de los 30º, adaptarme ahora a los 12 (doce)º va a requerir su tiempo. Ahora mismo el cielo está en nubes y claros. Pero bueno, a trabajar tocan y ya está bien. Estaba ya un poco harto de tanta vacación y de tan buen tiempo. Tenía ganas ya de sufrir un poco. El viaje fue extraordinario. Salí de allí a las 08:18 de la mañana y llegué a Vitoria a las 16:45 horas. Hice el viaje en ocho horas y media sin superar jamás los límites de velocidad establecidos. Una vez más, a través de la Autovía de la Plata, cruzando Extremadura, el viaje fue fantástico. Como otras veces, nos sorprendieron las grandes concentraciones de cigüeñas blancas (Ciconia ciconia) en la zona de Santos de Maimona. Había también grandes concentraciones, en este caso de buitre leonado (Gyps fulvus), en las proximidades de Monfragüe. Entre Salamanca y Valladolid recorrían la bóveda del cielo milanos negros (Milvus migrans) y reales (Milvus milvus). Sobre la carretera, en las cercanías de Valladolid capital, volaban varias docenas de aviones comunes (Delichon urbica). Eran ya las 15:25 cuando, en la A-62, entre Valladolid y Burgos, bajo un sol de justicia, cada poste del teléfono era el oteadero escogido por un busardo ratonero (Buteo buteo). Contamos más de diez. Llegando a la desviación de Villodrigo de nuevo cruzaron la ruta de oeste a este un gran número de aviones comunes y de golondrinas comunes (Hirundo rustica). Los paisajes que atravesamos son todos ellos regios. Desde la campiña gaditana y el valle bajo del Guadalquivir hasta las serranías de Huelva y de Béjar con su vegetación adehesada, que nos van preparando para las grandes dehesas extremeñas y charras. Luego vienen una vez más las grandes llanuras de estepas cerealeras de Zamora, Valladolid, Palencia y Burgos. Hay algunas manchas verdes también del regadío instalado en la zona. Los Obarenes y el Paso de Pancorbo nos traen, una vez más, a las tierras del Norte. Todo el camino es dorado y verde. El dorado de los rastrojos y de las gramíneas agostadas; y el verde de los montes, los ribazos y alguna finca de regadío. A finales de agosto España está decorada de esperanza y oro.
El sábado volví a subir desde Cádiz hasta las brumosas tierras del Norte. No hubo ni una nube en la carretera hasta llegar a Vitoria. Pero, lástima, su cielo estaba cubierto de nubes-simpson. El domingo día precioso, fresco y luminoso. Y esta mañana ¡tachán! ¡12º! Fantástica temperatura para ir a trabajar ( si no te mueres congelado). Si fuera oso (Ursus arctos) estaría ya preparando la cueva con su camita para hibernar. Después de haber pasado tres semanas en el Puerto de Santa María sin bajar nunca de los 30º, adaptarme ahora a los 12 (doce)º va a requerir su tiempo. Ahora mismo el cielo está en nubes y claros. Pero bueno, a trabajar tocan y ya está bien. Estaba ya un poco harto de tanta vacación y de tan buen tiempo. Tenía ganas ya de sufrir un poco. El viaje fue extraordinario. Salí de allí a las 08:18 de la mañana y llegué a Vitoria a las 16:45 horas. Hice el viaje en ocho horas y media sin superar jamás los límites de velocidad establecidos. Una vez más, a través de la Autovía de la Plata, cruzando Extremadura, el viaje fue fantástico. Como otras veces, nos sorprendieron las grandes concentraciones de cigüeñas blancas (Ciconia ciconia) en la zona de Santos de Maimona. Había también grandes concentraciones, en este caso de buitre leonado (Gyps fulvus), en las proximidades de Monfragüe. Entre Salamanca y Valladolid recorrían la bóveda del cielo milanos negros (Milvus migrans) y reales (Milvus milvus). Sobre la carretera, en las cercanías de Valladolid capital, volaban varias docenas de aviones comunes (Delichon urbica). Eran ya las 15:25 cuando, en la A-62, entre Valladolid y Burgos, bajo un sol de justicia, cada poste del teléfono era el oteadero escogido por un busardo ratonero (Buteo buteo). Contamos más de diez. Llegando a la desviación de Villodrigo de nuevo cruzaron la ruta de oeste a este un gran número de aviones comunes y de golondrinas comunes (Hirundo rustica). Los paisajes que atravesamos son todos ellos regios. Desde la campiña gaditana y el valle bajo del Guadalquivir hasta las serranías de Huelva y de Béjar con su vegetación adehesada, que nos van preparando para las grandes dehesas extremeñas y charras. Luego vienen una vez más las grandes llanuras de estepas cerealeras de Zamora, Valladolid, Palencia y Burgos. Hay algunas manchas verdes también del regadío instalado en la zona. Los Obarenes y el Paso de Pancorbo nos traen, una vez más, a las tierras del Norte. Todo el camino es dorado y verde. El dorado de los rastrojos y de las gramíneas agostadas; y el verde de los montes, los ribazos y alguna finca de regadío. A finales de agosto España está decorada de esperanza y oro.
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