lunes, 11 de octubre de 2010
Política con conciencia medioambiental.
Se suceden las noticias que anuncian la próxima creación de una Fundación de corte medioambientalista, formada entre otras personas por Alejandro Sánchez ex director general de la SEO y Juan José López de Uralde ex director de Greenpeace España. Esa Fundación podría ser el primer peldaño para la constitución de un partido político "verde". Como siempre, los poseedores en exclusiva y repartidores de la etiqueta de ecologistas, los ecologistas de plantilla en general y algunas otras significadas personas, se han rasgado las vestiduras manifestando, de una forma u otra, que la participación en política de partido es contraria a no se sabe cuáles principios ecologistas. Entretanto los interesados se mantienen en silencio, dedicados, supongo a ir urdiendo poco a poco las redes de alianzas y compromisos personales que les permitan finalmente decidir si la Fundación se transforma en partido político o no. El valor moral de la participación en política de partido siempre ha provocado discusiones. Para unos es inaceptable, para otros es interesante, pero casi nadie de los movimientos ecologistas y conservacionistas se compromete en una actividad política. Es algo que siempre me ha sorprendido. Porque todas, digo bien, todas las decisiones que afectan al medioambiente (infraestructuras de comunicación, red eléctrica, planes de urbanización, planeamiento urbanístico, carreteras, vías férreas, concesiones de explotación minera, etc., etc., etc.) se toman en el ámbito político y son responsabilidad política. Todas las decisiones que suponen pérdida o fragmentación de los hábitats, son decisiones políticas. Las decisiones sobre qué es el desarrollo son decisiones político-económicas. Hay como un cierto aristocratismo entre los naturalistas, que rechazan "mezclarse" en las decisiones políticas, que dejan en manos de esa clase innombrable que son los políticos. Es verdad que la política de partido en España es muy dura. El que entra en política siempre va a ser considerado un "listo" que va a forrarse. No tiene ningún prestigio la actividad política. Y los odios que se generan son perdurables. Duran muchos años, y ya se sabe, al enemigo ni agua en lo político, en lo personal y en lo profesional. Sin embargo hay experiencias muy positivas. Tengo a mano la entrevista que en el número de octubre de la revista Integral se hace a Merche Mas, ecologista y activista medioambiental, concejal de la localidad en la que reside. Dice que "la experiencia como concejala ha sido muy interesante, porque después de quince años de quejarme de muchas cosas que no funcionaban (...), por fin pude entrar en el "cuarto de los botones" (que permiten manejar las decisiones y las acciones públicas) y sentir las posibilidades de cambio". Es necesario que la gente invierta también un poco de tiempo de su vida en la política; si no, dejamos el espacio a los que van a la política a servirse de ella para sus intereses personales. "De hecho lo que ocurre es que la mejor gente está en los movimientos de base, y en la política se queda un gran grueso de gente que no piensa en los demás (...). Creo que es necesario que cada cual pruebe. Hay dos tipos de personas, las que ven las cosas suceder y los que hacen que éstas sucedan". Quizás la política nacional sea demasiado compleja o de acceso más complicado. ¿Por qué no empezar por los ayuntamientos, en manos, generalmente de personas sin la menos sensibilidad medioambiental (salvo para utilizar la palabra "sostenible" y seguir haciendo urbanismo agresivo)? ¿No será tiempo de empezar a hacer las cosas como a nosotros nos gustaría?
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