viernes, 16 de abril de 2010
Escenas siriacas II
Paramos la furgoneta y aparcamos en un pequeño bar a unos 10 kms de Homs y a unos 150 kms de Palmira, de donde venímos. En un lugar en el que los ejércitos de Aureliano, emperador romano, destrozaron a las tropas palmiranas de la reina Zenobia... hace unos cuants de cientos de años. ¡Qué gusto ir andando por un camino cubierto de hierba! El sol, en todo lo alto, calienta las plantas, los árboles que nos rodean y el suelo. Huele a verano. A nuestro alrededor zumban los insectos. ¡Qué gusto oir zumbar a los insectos! A lo lejos se oyen los ladridos de los perros. Hay cantos de pájaros por todas partes. Estamos en el medio de un campo de olivos y almendros, en el centro de Siria. Cruza el aire vibrante una lenta abubilla (Upupa epops). Los mazanos están en flor, de las yemas de las vides pugnan por salir las hojas. Los bordes del camino relucen de amapolas. Verdecillos (Serinus serinus), gorriones (Passer domesticus), escarabajos, saltamontes, mariposas, abejorros, la vida bulle activa a nuestro alrededor en esta cálida primavera del centro de Siria. Me recuerda a los tiempos pasados en los que no había en el campo ni fertilizantes ni pesticidas. Los olivos son regados por goteo. Pero puede durar poco. En Siria se están instalando industrias pesadas, petrolífera y farmaceútica, para contaminar allí todo lo que no se les permite en el impoluto mundo desarrollado. Al poco, ya en Homs, vemos carteles sobre pabellones industriales que dicen "Pesticidas, fertilizantes y equipo". Cuando su uso se extienda por estas tierras, el campo se silenciará. Desaparecerán los ribazos, las plantas "inadecuadas" y los insectos dejarán de zumbar. Ha sido bonito, pero tiene cierto sabor a final de una época. 801811
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