La galerna de ciclogénesis explosiva de estos primeros días de noviembre ha debido tener su correspondencia en las tierras del continente. El viernes, a eso de las cinco de la tarde, un pequeño bando de avefrías (Vanellus vanellus) me cruzó volando sobre la carretera, en Puente Nuevo. En las fincas de labor entre Belorado y Fresno de Río Tirón, cuatro o cinco bandadas, de unos cuarenta o cincuenta ejemplares cada una, han pasado el fin de semana pegadas al suelo por los violentos vientos del oeste que han soplado. He oído, e incluso he leído, que las que echan hacia nosostros a las avefrías son las borrascas en el continente europeo. Su presencia entre nosotros indica pues temporales en centro Europa. Eduardo de Juana, en la guía que a menudo he recomendado aquí, dice textualmente de la avefría: "Masivas llegadas con olas de frío". Cuando, hace ya dos años, iba yo a cumplir el penoso deber de colocar una esquela de mi idolatrado hermano Nacho, recién fallecido, en la puerta de nuestra casa solar, enormes bandadas de avefrías caminaban entre la nieve caída en las fincas de ambos lados de la carretera. Supongo que habían sido expulsadas del continente por alguna buena tempestad. Pero yo, entre las brumas en las que el dolor por su pérdida me había sumido, tuve la impresión, no obstante, de que se estaban reuniendo allí para rendir su último tributo a mi hermano Nacho, gran amante de los animales.
lunes, 15 de noviembre de 2010
Mi idolatrado hermano Nacho. In memoriam.
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