No me lo puedo creer. Estoy absolutamente "chocado". Uno de los puntos negros de la maravillosa Antártida, junto a la pesca furtiva y a las amenazas de las industrias extractivas, era la caza "científica" de ballenas que Japón hacía cada año para abastecer al mercado local de carne de ballena. La falsedad evidente de denominar "científica" a la caza de más de mil ejemplares al año que acababan en el mercado, como demostraron dos militantes japoneses de WWF, hacía que la comunidad internacional desconfiara de Japón como potencia conservacionista. Las proclamas de Nagoya o cualquier reunión que sobre cualquier asunto de conservación tuviera cerca a Japón, rápidamente despertaba suspicacias y desconfianzas. Dicen los portavoces de Greenpeace que Japón abandona la caza de ballenas porque ha dejado de ser rentable. La demanda de carne de ballena ha caído en Japón, y ha perdido sentido el seguir cazando en la Antártida un producto que nadie quiere. Los portavoces japoneses, sin embargo, admiten haber parado la caza, pero lo achacan a la persecución continua de los barcos de la Organización Conservacionista Sea Shepherd (Pastor del Mar). Esta ONG lleva más de tres años luchando contra la flota nipona en la Antártida, con acciones peligrosísimas que todos conservamos en la retina. La Sea Shepherd ha realizado unas declaraciones en las que manifiesta que este año, han hostigado de tal manera a la flota japonesa que ésta únicamente ha podido capturar entre 30 y 100 cetáceos, cuando la cuota "de interés científico" de Japón era de 1.000 ejemplares anuales. Está claro que el cambio de gustos de los consumidores japonenes, unido a la decidida apuesta, de las ONG's y países comprometidos, contra las acciones japonesas han conseguido este triunfo histórico.
Sólo quedan como piratas del mar, ladrones de biodiversidad, asesinos de cetáceos, Noruega (sí ellos, tan rubitos y peinaditos) e Islandia. La presión de las ONG's para conseguir que cambien los hábitos alimenticios y culturales de estas tribus, de apariencia civilizada, unida a la presión internacional y a su desprecio por la opinión pública, han de llevarnos hasta la moratoria total de la caza de cetáceos. Bastantes mueren ya arrollados por los grandes buques o enredados como "pesca fantasma" entre las redes abandonadas, para, encima, tener que soportar pescas "científicas" o "tradicionales". Una buena noticia, que no ha regalado nadie a la maltrecha biodiversidad, sino que ha sido arrebatada con mucho esfuerzo y duro sacrificio por personas concretas militantes de Organizaciones Conservacionistas independientes. ¡Olé sus tachines! Homenaje a los Sea Shepherd. A los capitanes de sus buques y a los voluntarios que han luchado a brazo partido -con sus propias manos, bloqueando los timones, lanzando bombas de humo o malolientes a las cubiertas de los buques balleneros, convirtiéndose en escudos humanos situando sus fuerabordas entre los arpones y el cuerpo de los cetáceos- y con una difrencia de medios abismal contra los monstruosos buques factorías japoneses. Honor a los voluntarios.
Sólo quedan como piratas del mar, ladrones de biodiversidad, asesinos de cetáceos, Noruega (sí ellos, tan rubitos y peinaditos) e Islandia. La presión de las ONG's para conseguir que cambien los hábitos alimenticios y culturales de estas tribus, de apariencia civilizada, unida a la presión internacional y a su desprecio por la opinión pública, han de llevarnos hasta la moratoria total de la caza de cetáceos. Bastantes mueren ya arrollados por los grandes buques o enredados como "pesca fantasma" entre las redes abandonadas, para, encima, tener que soportar pescas "científicas" o "tradicionales". Una buena noticia, que no ha regalado nadie a la maltrecha biodiversidad, sino que ha sido arrebatada con mucho esfuerzo y duro sacrificio por personas concretas militantes de Organizaciones Conservacionistas independientes. ¡Olé sus tachines! Homenaje a los Sea Shepherd. A los capitanes de sus buques y a los voluntarios que han luchado a brazo partido -con sus propias manos, bloqueando los timones, lanzando bombas de humo o malolientes a las cubiertas de los buques balleneros, convirtiéndose en escudos humanos situando sus fuerabordas entre los arpones y el cuerpo de los cetáceos- y con una difrencia de medios abismal contra los monstruosos buques factorías japoneses. Honor a los voluntarios.
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