Hace unos meses, una joven y, quizás por ello, despistada cigüeña blanca (Ciconia ciconia) tomó tiera en plena nevada en la torre de la iglesia de San Vicente, en lo alto de la colina de Vitoria (España). No le pronosticamos ningún buen futuro, pues los párrocos católicos de las iglesias vitorianas aborrecen a las cigüeñas y, como muestra, señalamos que en años anteriores habían tirado abajo los nidos de las cigüeñas que tuvieron la osadía de construirlos (y emparejarse y fornicar sobre ellos) en esas mismas torres. Pues bien, hoy había tres parejas en esa misma torre y han construido los nidos y están emparejadas habiendo realizado los habituales ritos de cortejo. Les deseamos el mayor de los éxitos y que, con su constancia, consigan mantener su derecho a compartir con el ser humano los acantilados artificiales. Defendamos la universal fraternidad de todos los seres vivos. ¡¡Suerte!!
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