Dice Miguel Delibes de Castro en su Prólogo al libro Tejiendo la telaraña. Rotos y descosidos en la Naturaleza Ibérica, de Mario Sáenz de Buruaga (EDILESA. Trobajo del Camino (León), 2000. 175 Pp.) "Tengo la impresión de que los naturalistas, como colectivo, somos más bien enfáticos y aburridos cuando tratamos de comunicar nuestras cosas a los demás. Tal vez sea porque nos tomamos demasiado en serio lo que hacemos, sacralizamos en exceso nuestro tema de dedicación. Luchar por la conservación de lo vivo y silvestre se nos antoja tan, tan importante, que no admitimos bromas, ligerezas o medias tintas. Estamos en guerra; por tanto, ni un paso atrás. El sino del urogallo o el de los osos cantábricos es tan dramático (y realmente lo es) que nos parece sacrílego hablar de ellos con una media sonrisa. Pero eso nos encierra en nuestro propio mundo, nos aísla de los demás, intentamos convencer haciendo una literatura para convencidos. Pienso, por eso, que se trata de un error, que Mario lo sabe, y que así nos lo ha demostrado con sus telarañas. (...). Nunca se reviste de los ropajes de sumo sacerdote oficiando un sacramento, sino que demuestra en todo momento ser una persona normal ejerciendo el sano (y también normal) derecho a comentarlo todo y a denostar lo que le parece mal".
Me he sentido tan definido, fotografiado casi, en lo que Miguel Delibes de Castro escribe que tengo que pedir perdón a los lectores, siquiera sean eventuales, que pueda tener este blog por haberme revestido, alguna vez, de manera involuntaria, con los ropajes de sumo sacerdote. Estaba convencido de que lo único por lo que merece la pena luchar en estos primeros años del siglo XXI es por la Naturaleza y la conservación de los seres vivos, por lo que quizás he cometido el pecado de ser enfático y aburrido. Lo siento. Prometo enmienda y voy a estudiar el libro de Mario Sáenz de Buruaga para intentar encontrar ese punto central virtuoso en el que se presente la realidad de una Naturaleza saqueada y en peligro, de una manera tal que si no enfática y aburrida como hasta ahora, por lo menos tenga la capacidad movilizadora de lo verdadero. Recomiendo a todos este libro; el cual, aunque recoge artículos periodísticos publicados en la revista Biológica entre los años 1996 y 2000, es decir que alguno tiene más quince años, sigue siendo un ejemplo de cómo se pueden tratar los urgentes temas de la biología de la conservación "sin perder la humanidad ni el sentido del humor".
Me he sentido tan definido, fotografiado casi, en lo que Miguel Delibes de Castro escribe que tengo que pedir perdón a los lectores, siquiera sean eventuales, que pueda tener este blog por haberme revestido, alguna vez, de manera involuntaria, con los ropajes de sumo sacerdote. Estaba convencido de que lo único por lo que merece la pena luchar en estos primeros años del siglo XXI es por la Naturaleza y la conservación de los seres vivos, por lo que quizás he cometido el pecado de ser enfático y aburrido. Lo siento. Prometo enmienda y voy a estudiar el libro de Mario Sáenz de Buruaga para intentar encontrar ese punto central virtuoso en el que se presente la realidad de una Naturaleza saqueada y en peligro, de una manera tal que si no enfática y aburrida como hasta ahora, por lo menos tenga la capacidad movilizadora de lo verdadero. Recomiendo a todos este libro; el cual, aunque recoge artículos periodísticos publicados en la revista Biológica entre los años 1996 y 2000, es decir que alguno tiene más quince años, sigue siendo un ejemplo de cómo se pueden tratar los urgentes temas de la biología de la conservación "sin perder la humanidad ni el sentido del humor".
Este libro es una ventana abierta al pensamiento de la lucha por los valores de la Naturaleza sin tapujos ni corsés, y de forma divertida.
ResponderEliminarGracias por ello Mario desde Riaño (León)
Saludos.
Con vuestro permiso publicaremos esta entrada o algo similar, en nuestro blog:
RIAÑO VIVE. (www.riañovive.com)