El sábado por la mañana hacía un frío que se helaba el aire. Pero el sol se enseñoreó pronto de toda la atmósfera y nos permitió ver un curioso espectáculo. En los matorrales del fondo del jardín, los gorriones, hinchadas las plumas para no perder calor, se exponían al sol para absorber la energía de hasta el último de sus rayos.Brillaban como peloticas de golf. En casa la calefacción zumbaba desde primera hora, pero tengo la impresión de que la calefacción natural de estos gorrioncillos también funcionaba muy bien. ¿Cuántos sobrevivirán al próximo invierno? De momento el otoño está siendo benigno y no han llegado ni las grandes nevadas que cubren el suelo durante días y dificultan el acceso a la alimentación, ni las lluvias que arrasan las fincas. Quedan muchos días como éste, de sol y frío. A ver si tienen suerte nuestros compañeros alados.
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