Nada más terminar de escribir las dos entradas anteriores esta mañana, me he ido a pasear por la playa. Como confirmación a todo lo comentado sobre fauna urbana, nada más llegar a la playa de Santa Catalina hemos visto trece correlimos tridáctilos (Calidris alba) sobre las rocas ostrioneras. La bandada estaba sola, y mientras uno de sus componentes se movía y buscaba entre las rocas, el resto permanecía tranquilamente quietos. A no demasiada distancia, entre cinco y diez metros, un vuelvepiedras común (Arenaria interpres) se movía totalmente concentrado en su labor. Sobre ellos ha pasado un solitario charrán patinegro (Sterna sandvicensis). Poco más allá, a la altura de los jesuitas, cuatro alondras comunes (Alauda arvensis) se alimentaban en el gran talud arbustivo y levantaban el vuelo al vernos. En la misma zona dos garcillas bueyeras (Bubulcus ibis) nos precedían levantando el vuelo y volviuendo a posarse unos pasos más allá cada vez que nos íbamos acercando a ellas, etc. etc. Simplemente hay que mirar para ver.
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