Hay un pueblo burgalés en las estribaciones de la sierra de la Demanda que se llama San Clemente del Valle, al que se puede llegar andando por un sendero de Gran Recorrido desde Belorado, capital administrativa comarcal. Cuando llegamos eran las 13:00 horas. Brillaba el sol en todo lo alto. A lo lejos se veían las cumbres apenas nevadas del San Millán y del San Lorenzo. Hacía frío y el humo de las chimeneas de las localidades próximas rateaba entre las calles sin terminar de elevarse hacia el azul del cielo. En éste sólo había aves y aviones. Ni una nube salvo las estelas de siete u ocho aviones simultáneamente (no sé que "calle" aeronáutica pasa sobre estas tierras pero se pueden ver nueve o diez aviones a la vez en cualquier momento). De los robledales ya sin hojas hacia las encinas relictas que se pueden ver todavía por allí, volaban decenas, literalmente, de arrendajos (Garrulus glandarius). Aprovechamos para recordar que este nombre se lo pusieron los científicos porque opinaban que sus características principales eran ser un gritón que se alimenta de bellotas. Cruzaban el aire poniendo de manifiesto sus colores ante y su resplandeciente obispillo blanco. Media docena de buitres leonados (Gyps fulvus) tomaba las térmicas para ir subiendo, lentamente, con esa ciencia que los humanos han copiado para construir los aviones planeadores. De una bandada de más de veinte cornejas (Corvus corone) se separaban tres y se perseguían por entre las colinas. No sé qué contienda había entre ellas, pero tengo la impresión de que debía ser grave, por la saña con la que se acosaban. Atronaban el aire con sus gritos.
lunes, 20 de diciembre de 2010
San Clemente del Valle (Burgos. España)
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