Mi Código de la Circulación por la carretera de la vida.

"Yo soy solo uno. Puedo hacer solo lo que uno puede hacer; pero lo que uno puede hacer, yo lo hago" (John Seymour, 1914-2004). //La sinceridad está sobrevalorada.// Antes de hablar ten claro que las palabras sean más oportunas que el silencio.// No discutas nunca con un imbécil. Te obligará a rebajarte a su nivel y te ganará por experiencia.// ¡Cuántas veces no se pretende sólo derrotar al contrario, sino más bien hundirle tanto en lo profesional como en lo personal!// ¿Quieres ser feliz un instante (o dos)? ¡Véngate! ¿Quieres ser feliz para siempre? ¡Perdona!// Cuanto más pequeño es un corazón, más rencor alberga.// No juzgues. Todas las personas te pueden sorprender si les das la oportunidad.// Tú sigue adelante, si alguien quiere ir contigo, que tire también.// No mires mucho alrededor, sigue adelante pues como dijo no sé quién: "es preferible pedir disculpas a pedir perdón".// No es posible caer bien a todo el mundo. Hagas lo que hagas unos te querrán y otros te aborrecerán. Es inevitable.// El ser humano forma parte de la Naturaleza y es un ser vivo como los demás (árboles, zorros, libélulas, bacterias) por lo que está sometido a los mismos procesos vitales.// Las religiones son el principal enemigo de la salud mental.// Si soy normal, y hago esto y lo otro, seguro que todas las demás personas harán lo mismo o cosas parecidas.

domingo, 9 de octubre de 2011

Azolla filiculoides


Eran las ocho y cuarto de la mañana cuando llegamos al aparcamiento. El anticiclón había subido hacia el nordeste y había cerrado la brecha por la que el viernes entraron los fríos vientos del norte y la lluvia. Era sábado por la mañana y hacía frío pero no llovía. Poco a poco nos fuimos juntando todos los del grupo. A las ocho y media se repartieron las azadas y las palas con las que íbamos a trabajar. Estábamos allí como voluntarios ambientalistas convocados por la SEO/BirdLife (Sociedad Española de Ornitología) y el Centro de Estudios Ambientales del Ayuntamiento de Vitoria (CEA) para una jornada de erradicación mecánica de la planta invasora Azolla filiculoides.
La Azolla filiculoides es un helecho acuático flotante de crecimiento muy rápido. Se trata de una planta originaria de las regiones templadas y tropicales de América que está naturalizada en zonas templadas y tropicales de todo el planeta. En Europa se comporta como una planta invasora que se extiende cubriendo las aguas de ríos y humedales. En España se ha detectado, ya desde el año 2000, y se ha ido extendiendo por Cataluña, Castilla La Mancha, Extremadura (río Guadiana en Badajoz) y Andalucía occidental (Sierra de Aracena, litoral onubense). Ha llegado hasta los arrozales de las marismas del Guadalquivir y, por ahí, hasta el Parque Nacional de Doñana.
Su rápida expansión ha estado favorecida por su capacidad de multiplicación a partir de cualquier pequeño fragmento de la planta original. Su reproducción habitual es, como en todos los helechos, a través de esporas. Pero esta forma de reproducción es muy poco significativa en comparación a sus posibilidades de multiplicación masiva por esquejes. Su proliferación conlleva una cobertura total de las láminas de agua lo que causa una severa disminución de la luz en los fondos que implica una pérdida de productividad vegetal y las consecuencias tróficas de la misma. Es una planta muy nitrófila que además tiene la capacidad, gracias a su simbiosis con la bacteria Anabaena azollae, de fijar nitrógeno atmosférico. Cuando muere y cae al fondo, su abundante provisión de nitrógeno se disuelve en el agua y prepara las condiciones para la eutrofización y la anoxia de los alrededores, causando el empobrecimiento de la diversidad vegetal y faunística de la zona. Por lo tanto no es una planta bienvenida en los humedales europeos. Su utilización como fertilizante en cultivos acuáticos, como el arroz, precisamente por su alto contenido en nitrógeno, y como planta decorativa de agua fría en acuariofilia, ha posibilitado su rápida expansión por todo el planeta.
Parece ser que no es tolerante con las bajas temperaturas, por lo que en las regiones templadas gran parte muere durante el invierno. Sin embargo, los largos inviernos templados de los que disfrutamos actualmente ha favorecido su continuidad estacional. Cuando después de su crecimiento primaveral y estival desmesurado, los humedales se van secando, la planta va descendiendo hasta depositarse sobre el sustrato y cubrir con una capa verde densa y espesa, con un verde tapiz asesino, suelos, troncos, ramas, abrazándolas con una continuidad ininterrumpida (como puede verse en la primera fotografía). Es especialmente densa en zonas desprovistas de vegetación natural y alejadas de las zonas de paso de animales, cuyas pezuñas la hunden en barro del sustrato y la eliminan. Pero al mismo tiempo que la hunden, trasladan entre sus pezuñas pequeños fragmentos por todos los rincones del humedal infectado. Frente a esta proliferación vegetativa y estacional, no cabe más que la acción humana para frenar la invasión de la pequeña planta multiplicativa. Las posibilidades disponibles son la utilización de herbicidas orgánicos de síntesis, totalmente fuera de lugar en una gestión científica y razonable de los humedales; la acción biológica aprovechando algunos insectos barrenadores que se alimentan de esta planta y que son sus enemigos naturales en su América natal, pero que no son recomendables por si acaso además de este helecho llegan a encontrar jugosas nuestras espadañas y lirios acuáticos y crean un mayor problema generalizando su destrucción; por último, la retirada mecánica. Con nuestras manitas y nuestros brazitos de rosa.
A pesar de que el viento soplaba entre los árboles con una sutileza afilada y congelaba sobre la piel el sudor recién transpirado, nos dispusimos a la tareas como los amiguitos de Blancanieves. No eran enanitos, no, eran personas de crecimiento reducido. En Doñana se combate para su erradicación con voluntarios ambientales (por cierto también convocados por SEO/BirdLife) aunque con pocos resultados. Nosotros intentamos hacer lo mismo armados de azadas y palas. La idea es que, aprovechando la situación estacional de planta, depositada sobre el sustrato, retiráramos las plantas con un poco del sustrato húmedo en el que hunden sus raicillas en este momento. Nos habíamos juntado casi veinte personas. Había de todo, desde trabajadores de la industria, parados, funcionarios, personal sanitario y profesores, hasta alumnos de instituto (high school) animados a participar por su profesora de Ciencias, socia de la SEO. Aquí no hay diferencias. ¡Todos p'alante!
Empezamos levantando las capas de helecho y sustrato con la azada. El movimiento era arrancar "el tapiz", reunirlo, insacularlo, transportarlo y arrojarlo en montones para su compostaje. Posteriormente, cubriríamos los montones con una capa de plástico negro bastante gruesa. Se cree que esos montones, precisamente por el alto contenido en nitrógeno de la planta, fermentarán rápidamente y la planta morirá. Una vez inertes, los montones compostados podrán ser redistribuidos por el sustrato. El levantar la capa vegetal y el sustrato con la azada no era muy eficiente, el esfuerzo era muy grande y los resultados (medidos en m2 despejados) escasos. Además había que meter con pala los montones en los sacos y después transportarlos para arrojarlos a los montones de compostaje. Un proceso complejo, muy fatigoso y poco eficaz.
Hacían inquietante la mañana los berridos de los machos de ciervo (Cervus elaphus), de las manadas que pastan en el humedal, atacados del mal de amores. Conforme avanzaba la mañana, el sol se hacía presente y templaba, siquiera sea levemente, la atmósfera. Los ciervos se iban retirando a las espesuras y, aunque seguían berreando, el sonido salía lejano, del fondo de los bosques. El sol sacó de sus refugios a la avifauna local. Vimos decenas de cigüeñas blancas (Ciconia ciconia) y garzas comunes (Ardea cinerea). De hecho, el bosquete en el que trabajamos tenía muchos de sus viejos árboles ocupados por los nidos primaverales de garza y de cigüeña. Entre las ramas podíamos ver a familias enteras de mitos (Aegithalus caudatus) y oir sus reclamos atiplados. El pito real (Picus viridis) "relinchaba" y su voz se trasladaba de un bosque a otro. En los viejos árboles que nos rodeaban, en los de más edad, se apreciaban las marcas de su pico dejadas al excavar su nido o buscar comida. También se oyó varias veces el reclamo del pico menor (Dendrocopos minor), habitante de antiguo en estos bosques húmedos. Los humedales son auténticos reservorios de diversidad biológica. Por eso estamos obligados a su manejo, por ejemplo erradicando las especies invasoras.
Llegué a una pequeña conclusión técnica. Si la retirada mediante azada suponía un gran esfuerzo y era poco eficiente, especialmente por constar de cinco pasos (retirada, amontonamiento provisonal, insaculación, transporte y amontonamiento para compostaje) y arrastrar sustrato de una manera bastante irregular. Era preciso encontrar un sistema de mayor eficiencia. En mi opinión, la retirada con pala reúne las características exigibles para ello. En efecto, manejando una pala de punta, se puede levantar el tapiz continuo de helecho y una capa de sustrato muy medida, de forma cómoda y controlada. La pala va cortando el sustrato inmediatamente debajo de la capa verdosa. Los movimientos se reducen. Puede llegar a hacerse en solo dos: recogida y amontonamiento para compost. Quizás en alguno más, pero en todo caso eliminando el amontonamiento provisional. En el peor de los casos puede procederse a la insaculación directamente con la pala, tras de la recogida. La reducción de tiempos y de esfuerzo es notable. A ello hemos de unir que con la pala se puede recoger la capa verdosa a un ritmo de 3m2 cada cinco minutos.
Tengo la impresión de que la pala más apropiada es la pala de punta con mango muleta Ref. 5501 - MM de Industrias Bellota (Basque Country. Spain), como la que se ve en la fotografía. También podrían ser eficaces las palas con referencias 3103-MFVA y 5605-MA, de la misma empresa. No tengo dudas de que la retirada mecánica del helecho y su sustrato es la forma correcta de acometer su erradicación y creo que la herramienta de mejor rendimiento es la pala con punta. Interrumpimos el trabajo a las 11:30 horas para zamparnos (creo que es la palabra apropiada para describir la forma en la que los atacamos por el apetito que se nos había abierto) unos gloriosos bocadillos de tortilla de patata y de jamón y pimiento verde. Pero reanudamos enseguida el trabajo. El vientecillo, que no cesaba, nos enfriaba los lomos si permanecíamos quietos. Seguimos trabajando hasta las una y media, momento en el que cerramos con lámina de plástico negro los montones para compostar, y nos marchamos a limpiarnos y recoger los coches. El anticiclón resbaladizo nos dió un día de tregua al cerrar el boquete atmosférico que traía viento frío y lluvia del norte y pudimos trabajar muy bien; de forma relativamente cómoda Hoy llueve a mares, pero parece que a partir de mañana definitivamente, el anticiclón cerrará para unos cuantos días el boquete del nordeste. Volverá el sol e iluminará algunos rincones del humedal, ahora sin parte de su cobertura de muerte verde.

1 comentario:

  1. Ese código también es el mío, no se si será bueno o malo, sólo se que es lo que cada día me dicta el corazón. Tu blog es muy educativo, muy interesante y ameno en las explicaciones. Soy una señora mayor de 64 años sin estudios pero con ganas de aprender, mira por donde tropecé con esta pagina tan bien redactada que puedo yo estar disfrutando de esos quehaceres. Un saludo

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