Mi Código de la Circulación por la carretera de la vida.

"Yo soy solo uno. Puedo hacer solo lo que uno puede hacer; pero lo que uno puede hacer, yo lo hago" (John Seymour, 1914-2004). //La sinceridad está sobrevalorada.// Antes de hablar ten claro que las palabras sean más oportunas que el silencio.// No discutas nunca con un imbécil. Te obligará a rebajarte a su nivel y te ganará por experiencia.// ¡Cuántas veces no se pretende sólo derrotar al contrario, sino más bien hundirle tanto en lo profesional como en lo personal!// ¿Quieres ser feliz un instante (o dos)? ¡Véngate! ¿Quieres ser feliz para siempre? ¡Perdona!// Cuanto más pequeño es un corazón, más rencor alberga.// No juzgues. Todas las personas te pueden sorprender si les das la oportunidad.// Tú sigue adelante, si alguien quiere ir contigo, que tire también.// No mires mucho alrededor, sigue adelante pues como dijo no sé quién: "es preferible pedir disculpas a pedir perdón".// No es posible caer bien a todo el mundo. Hagas lo que hagas unos te querrán y otros te aborrecerán. Es inevitable.// El ser humano forma parte de la Naturaleza y es un ser vivo como los demás (árboles, zorros, libélulas, bacterias) por lo que está sometido a los mismos procesos vitales.// Las religiones son el principal enemigo de la salud mental.// Si soy normal, y hago esto y lo otro, seguro que todas las demás personas harán lo mismo o cosas parecidas.

viernes, 30 de septiembre de 2011

Este extraño anticiclón otoñal.

En el décimo álbum de las aventuras de Tintín, La estrella misteriosa, las primeras páginas están dedicadas a un meteorito que se acerca a la Tierra. Conforme se acerca, cada vez hace más calor en nuestro planeta. La gente por la calle se cubre la cabeza, aunque sea con un pañuelo con cuatro nudos, pero, a pesar de todo no pueden hacer nada para evitar el tremendo calor que aumenta y aumenta. Son muy expresivas las viñetas de la gente sudando, el asfalto derritiéndose y los metales ardientes. Cuanquier "tintinólogo", y cualquier aficionado a los cómics. lo recordará. No se puede sentir, pero puedo asegurar que el aire, en la historieta, es ardiente y el olor a calor es veraniego. No lo saco de las propias historietas, pero puedo asegurarlo porque ahora mismo, está ocurriendo lo mismo en Vitoria, pequeña ciudad del norte de España. Aquí no se debe a un meteorito errante, sino a un extraño anticiclon otoñal. El resultado es el mismo: el sol ardiente, el aire como de fuego, los metales dejados al sol ardiendo, los coches convertidos en hornos. Hace tres o cuatro semanas se ha instalado sobre la Península Ibérica un anticiclón que impide la entrada de las borrascas atlánticas, con sus vientos del norte, a las que desvía hacia las islas británicas. El calor es tremendo ¡en Vitoria!, ciudad a la que los naturales de las capitales próximas denominan "Siberia"por sus bajas temperaturas. Los árboles están perdiendo sus hojas por un tremendo estrés hídrico, el suelo está cubierto de castañas desde hace un mes. Están como paralizados. Aunque muchas caen todos los días, están cubiertos de hojas amarillentas y castañas secas. En cuanto empiece a soplar el viento, van a caer en masa. Si algo de viento sopla es del sur, tórrido. La hierba está seca. No es como cuando las gramíneas se agostan, porque ha terminado su ciclo, amarillean y cambia su fisonomía. No, la fisonomía de la hierba se mantiene, incluso el color, pero está como deshidratada. Cruje cuando la pisas. Como si se tratara de hojas secas. Está siendo un proceso muy curioso, que no puede de dejar de causar impresión en este naturalista aficionado. La historieta de Tintín acaba bien. El meteorito acaba pasando cerca de la Tierra, pero no se estampa contra ella. La vida sigue. Solo un pequeño fragmento impacta a la altura de las costas de Escocia. Ahí empieza la aventura. ¿Cómo acabaremos nosotros? De momento la previsión meteorológica de la Agencia Vasca de Meteorología, Euskalmet, prevé para hoy en el País Vasco "cielos despejados e incremento del viento de componente sur. Las temperaturas no experimentarán cambios significativos y volverán a llegar hasta los 30º C en las horas de más calor. Las mínimas subirán hasta los 15ºC". Uno no puede dejar de pensar si estará llegando hacia nosotros un meteorito gigante, como en la historieta de Tintín, o serán heraldos del calentamiento global. Esa es ya otra historia...

lunes, 26 de septiembre de 2011

Wangari Maathai ha muerto.

Wangari Maathai ha muerto a los 71 años este 25 de septiembre del 2011, domingo, en Nairobi a causa de un cáncer, según ha informado hoy el movimiento que ella fundó Green Belt" (Cinturón Verde). Según la nota que este Movimiento ha hecho pública, la muerte de Maathai es "una gran pérdida para todos los que la conocían y admiraban su determinación para hacer un mundo más pacífico, más sano y un lugar mejor". STTL. Wangari Maathai, la primera mujer africana Premio Nobel de la Paz, nació en Ihithe, en el distrito de Nyeri, en Kenia, el 1 de abril de 1940. Este año había cumplido pues 71 años. En el año 2004 recibía el Premio Nobel de la Paz por sus permanentes campañas en pro de la Paz en África a través de la plantación de árboles. Después de años de persecución y lucha en la calle, esta doctora en Biología fue elegida miembro del Parlamento keniano, con un resultado arrollador, en el año 2003. Con ello sus ideas y su activismo medioambiental adquirió una dimensión extraordinaria y su voz fue escuchada en todo el mundo. Actualmente era Diputada del Parlamento y Ministra de Medio Ambiente y Recursos Naturales del gobierno keniano. En 2005 se convirtió en la primera presidenta del Consejo Económico, Social y Cultural de la Unión Africana.

A partir de la concesión del Premio Nobel manifestaba que "también plantando árboles se puede allegar la Paz. La Paz duradera, la de la Justicia. La Paz en la Tierra depende de nuestra capacidad de extender nuestro entorno habitable. La disponibilidad de árboles mejora las posibilidades de vivir de una manera digna de las comunidades rurales".

Agotadas por la esquilmación constante de sus recursos naturales, hay zonas enteras de África que literalmente se mueren de hambre después de haber sido arrasadas. La Naturaleza se muere, arrastrada la tierra fértil por las aguas, a las que la vegetación eliminada ya no retiene. Ella decía que conservando la Naturaleza y ampliando los bosques, era posible sacar de la pobreza a los grupos más desfavorecidos. Ella identificó como una causa de la pobreza de las mujeres africanas la deforestación y la consiguiente desertización. "Cuando era niña me impresionaba una enorme higuera que había cerca de nuestra casa. Mi madre me había dicho que no se podía cortar. No lejos de ese árbol estaba el nacimiento de un arroyo, al que yo iba a buscar agua a mi madre. Cuando la higuera fue talada, el arroyo se secó. Mis hijos nunca verán la enorme higuera. Nunca verán el arroyo. Cuando visito este pequeño valle de mi infancia, siento que la tragedia se abate sobre la tierra que pisan mis pies. Contemplo barrancos que me hablan de erosión del suelo. En la cara de los habitantes locales se refleja el hambre. La leña escasea, porque se han cortado los árboles. Por eso quiero luchar contra la tala indiscriminada de los árboles, la erosión del suelo, la desertización, la contaminación del agua; y también contra la pobreza, el hambre, la esclavitud de la mujer, condenada a caminar horas y horas en busca de leña para cocinar". Maathai no sólo protege el medio ambiente; su estrategia consiste en asegurar y fortalecer las bases para el desarrollo económico sustentable.
Creó el Programa Green Belt (Cinturón verde) para la reforestación y, junto con la reforestación, la liberación de la mujer y su educación. El movimiento, hasta el momento, ha plantado más de ¡100 millones! de árboles. Se ha extendido por toda África. El Programa es llevado adelante mayoritariamente por mujeres. Al recibir una paga por el trabajo de criar y plantar árboles, tienen mejores posibilidades de atender a sus hijos. En África todas las acciones de desarrollo tienen que ser encomendadas a las mujeres. Los hombres se gastan los recursos económicos, se los beben, los fuman o los gastan en prostitutas. La reforestación estabiliza las corrientes de agua, permite acceder a la leña cerca de los hogares y ello permite a las mujeres tener más tiempo libre para dedicarlo a su formación, a la agricultura y a sus hijos. El movimiento no ha dejado de crecer. Tanzania, Uganda, Malawi, Lesotho, Zimbabwe o Etiopía lo han iniciado con éxito. Su objetivo son MIL MILLONES DE ÁRBOLES PARA ÁFRICA. En la actualidad más de 900.000 mujeres rurales se esfuerzan por establecer viveros y plantar árboles. Ella lo inició. Ahora el movimiento debe continuar sin su presencia física. Siempre les acompañará su decisión, talento y fuerza de voluntad. STTL.

Bibliografía Wangari Maathai en español:

1.- EHLERT, Stefan. Wangari Maathai. Editorial Icaria. Intermón-Oxfam. Colección Encuentro. Barcelona, 2006. 156 Pp.

2.- MAATHAI, Wangari. Unbowed. 2006. Hay traducción española: Con la cabeza bien alta. Traductora Silvia Pons. Editorial Lumen. Random House. Mondadori, S.A. Barcelona, 2007. 406 Pp.

Webs de interés:

Wangari Maathai Foundation.

PNUMA. La campaña de Mil Millones de árboles. (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente).

UNESCO.org

greenbeltmovement.org

domingo, 25 de septiembre de 2011

Subiendo al convento de San Vitores (Fresno de Río Tirón. Burgos. España)

Por la tarde nos fuimos a pajarear por otra parte. Nada está muy lejos, como se puede observar por la fotografía. En ella se ve el punto en el que se encuentran el río Retorto y el río Tirón. La foto está sacada desde la subida al convento de San Vitores y en ella se ve el soto y el bosque galería a solo unos centenares de metros. Pero la separación faunística es apreciable. A las especies propias del soto, las sustituyen aves de "secano". Durante la hora y pico que estuvimos subiendo y bajando por la ladera que se eleva hasta el convento, hasta el páramo, anotamos un macho de collalba gris (Oenanthe oenanthe), probablemente el último de la temporada; un bando compuesto por diez perdices rojas (Alectoris rufa); un macho de tarabilla común (Saxicola torquatus) en lo alto de un plantón crecidito de un pino. Por encima de nuestras cabezas cruzaban volando aves que combinan los varios hábitats de la zona: páramo y laderas de subida al mismo, de vegetación xerófila y matorral bajo con alguna repoblación de pino; fondo de valle de tierras agrícolas y matorral disperso; y los sotos fluviales. Así, nos cruzaban los habituales busardos ratoneros (Buteo buteo) de la zona, llegamos a contar seis distintos. Las cornejas (Corvus corone), de las que contamos siete que parecían deseosas de atacar al bando de perdices. Los inevitables papamoscas cerrojillos (Ficedula hypoleuca), que este fin de semana estaban presentes en todos los hábitats, perchaban en cualquier lugar: cables telefónicos y de luz, matorrales de las cunetas, arbolitos que bordean el camino, etc.
Junto al camino, otra de estas aves que cambian de un hábitat a otro, el pito real (Picus viridis). Saltó a nuestra izquierda, "relinchó" en un bosquete de encinas próximo y se dejó caer en una mancha de media docena de árboles "decorativos": falsa acacia y olmo. Allí se colocó en uno de los troncos y pudimos observarlo tranquilamente. Relumbraba su obispillo dorado. Y sus manchas rojas y verdes.
Las siete cornejas se unieron y sobrevolaban amenazadoras la bandada de perdices. Había en ella cuatro o cinco mucho más pequeñas que las demás. No sé si las cornejas son una amenaza para estas aves jóvenes pero, creo, que está abierta la veda y que se pueden cazar las perdices. O quizás todavía está vedada su caza, pero se abrirá en breve. Tengo la impresión de que ese precioso bando de casi una docena de perdices rojas será tiroteado sin compasión y deberá cambiar de refugio una y otra vez volando hasta la extenuación. Si para la primavera, para la estación reproductora, queda alguna será de milagro. En fin, son las cosas de la civilización y el progreso: reventar a cartuchazos a un ave silvestre, dura, fuerte, austera, adaptada evolutivamente a estos secarrales, pero a la que no le prueba nada bien el plomo.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Falco subbuteo. Fresno de Río Tirón (Burgos. España). Hobby. Spain.

Esta mañana temprano nos hemos ido a pajarear recorriendo las orillas pedregosas del río Tirón a su paso por Fresno de Río Tirón, localidad del norte de Burgos (España). La mañana ha empezado bien. Nada más llegar nos han recibido unas cuantas bandadas de jilgueros (Carduelis carduelis), que aquí llaman "colorín", que estaban animando la enramada con sus cantos líquidos. Poco después, ya calmada la zona y con nosotros tranquilamente sentados, han empezado a aparecer los papamoscas cerrojillos (Ficedula hypoleuca). Este fin de semana es el pájaro más abundante en este rincón castellano. Del tamaño de un gorrión, pero más estilizado, son innumerables. Decenas y decenas. Supongo que están en paso hacia sus cuarteles africanos de invierno. El papamoscas cerrojillo pasa esa estación en el oeste de África. Es infatigable, perchado en una rama o en los cables de la luz, continuamente se lanza a capturar insectos al vuelo. Es inconfundible con su librea marrón oscura, casi negra, y sus manchas blancas. Las hembras y los jóvenes son un poco más borrosos. Pero todos hacen los mismos gestos: a menudo levantan la cola y chasquean un ala hacia arriba.
La mañana ha amanecido nublada y con rastros de haber llovido durante la noche, pero el cielo se ha ido despejando y ha terminado siendo una mañana resplandeciente. En un arroyito lateral al cauce principal, una lavandera cascadeña (Motacilla cinerea) se afanaba cazando insectos o sus larvas entre los cantos rodados. Desde lejos se ha levantado una garza real (Ardea cinerea) que se ha instalado sobre las ramas de un sauce. Nos hemos puesto en marcha, con el sol ya calentando a fondo, y de los árboles próximos se han levantado dos cornejas (Corvus corone) y un busardo ratonero (Buteo buteo) bastante claro, que parecían volar juntos, pero, en realidad solo han coincidido en alejarse rápidamente de nosotros. De entre los altos sauces, una bandada de nueve palomas torcaces (Columba palumbus) se ha lanzado a volar. Jilgueros y verdecillos (Serinus serinus) nos iban abriendo la marcha e informando a todos de que llegaban unos seres humanos. Tengo la impresión de que están bastante perseguidos y machacados, porque no nos dejaban acercarnos ni a treinta pasos.
En esta foto hay un alcotán europeo. Si cliqueas sobre ella creo que lo podrás ver bien.

En lo alto una falconiforme alternaba picados y planeos. Los prismáticos nos han permitido verla con todo detalle. Era un alcotán europeo (Falco subbuteo) sobrevolando con bastante tranquilidad la zona. No podía verle bien qué hacía con los planeos y los aleteos, pero por fin he visto perfectamente que cazaba libélulas con las patas y las devoraba al vuelo. Picaba para atraparlas y luego las devoraba planeando más tranquilo. Cuando he comparado mis notas con la Guía de Aves de Svensson ( 2ª edición. Ediciones Omega, Barcelona 2010), he encontrado, en la página 119 dibujada ¡exactamente la misma escena que acababa de ver en directo! Un alcotán alimentándose de libélulas al vuelo. " En un día calmado de verano", dice la guía al pie de la imagen. Aquí ya era otoño, pero el día estaba calmado y completamente despejado.
La biodiversidad se completaba con multitud de lagartijas grandes y pequeñas de la especie ibérica (Lacerta hispanica), ranas comunes juveniles, libélulas verdes preciosas. De insectos voladores ni te comento, los insectívoros tenían la comida asegurada para varios días. Un buen sitio para preparar el salto hacia África que tienen que dar muchas de estas pequeñas avecillas. El alcotán no se alimenta exclusivamente de insectos. Recuerdo un atardecer de septiembre en el que estaba colaborando con un anillador experto anillando golondrinas (Hirundo rustica) en el seno del Programa europeo Swallow. Mirábamos inmensas bandadas de golondrinas preparándose para echarse a dormir en los carrizales junto a los que las esperábamos con las redes japonesas extendidas. Un alcotán que viajaba junto a los bandos, se lanzó y capturó a una golondrina que devoró sin dejar de volar. Finalmente él también cayó en las redes. Pudimos comprobar las grandes garras y las largas uñas, como de acero negro, perfectas para cazar al vuelo. De allí se marchó para África con una anilla en el tarso. También aquí, sobre los tejados de Fresno he visto en un mediodía de julio, canicular, cómo un alcotán capturaba a un vencejo al vuelo. Me pareció que después un gran grupo de estas aves le persiguió y lo alejaron de la zona. Poco a poco hemos ido saliendo del bosque galería y nos hemos encaminado hacia casa. Nos rodeaban los cantos y reclamos de currucas capirotadas (Sylvia atricapilla) y algún verderón (Carduelis chloris). Y, por supuesto, desde los cables de la luz, papamoscas cerrojillos continuaban sus vuelos y contorsiones aéreas para capturar insectos. Una bonita mañana.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Avecillas viajeras desde mi ventana.

Ahora mismo estoy viendo diez o doce mosquiteros ibéricos (Phylloscopus ibericus) o comunes (Phylloscopus collybita) alimentándose en los árboles que hay en el jardín. Corretean a una velocidad endiablada de rama en rama, de hoja en hoja. Como no puedo distinguir con certeza de qué especie se trata no sé si están llegando a se están marchando. En cualquier caso algunos seguro que están de paso. La entrada principal del edificio están flanqueada por tres o cuatro nogales americanos cuyas hojas deben estar llenas de insectos, porque los mosquiteros están enloquecidos. Saltan, se revuelven y se cuelgan para estudiar el envés de las hojas. Se lanzan hacia otras ramas. desde luego hacen honor a su genérico de Phylloscopus. Auténticos escrudriñadores de hojas. Las fotos las he sacado desde las ventanas del currelo. Los árboles están amarilleando. El mosquitero común inverna en el entorno mediterráneo y sus pasos postnupciales hacia el sur, en esta zona, son de septiembre a noviembre. El mosquitero ibérico ha pasado en la Península ibérica el verano y ahora está marchando hacia África. Cuando estuvimos estudiando el avión zapador (Riparia riparia) en el Parque de las Aves del Djoudj, en Senegal, en invierno, eran comunes allì. Sus pasos postnupciales por esta zona se centran entre septiembre y noviembre. Pero éste llega hasta África después de haberse reproducido aquí o más al norte de Europa, mientras que el común se queda a pasar el invierno en el entorno mediterráneo y se le puede ver todo el año.
Unos y otros llevan ya varios días por aquí, quizás desde la semana pasada. A menudo se posan en las mismas ramitas papamoscas cerrojillos (Ficedula hypoleuca) que las utilizan como perchas para saltar desde ellas y capturar insectos al vuelo. Este año hay muchos papamoscas, no sé si es que este sitio es bueno para los insectos y se concentran aquí, o es que hay muchos papamoscas. La verdad es que el espectáculo es muy variado y de sesión continua. La pena es que últimamente tengo bastante currelo, pero hoy me he venido con la cámara de fotos y los prismáticos para invadir un poco con más detalles su intimidad. Ha sido un "recreo" divertido que he aprovechado para hacer unas fotos de los nogales.




El papamoscas cerrojillo también es migrador transahariano. Concentra sus pasos aquí de mayo a octubre. En los árboles de este jardín se le lleva viendo desde primeros de septiembre. Muy abundante. Aquí se están cebando para seguir el viaje. Hay días que hay una concentración mayor. Parece como si sedimentaran. En este final de verano no ha habido tormentas ni grandes ventoleras que justifiacran esa sedimentación, pero sí ha habido notorias tormentas magnéticas que han sido muy notables en varias fechas (han supuesto alteraciones sensibles en las telecomunicaciones de los servicios de emergencia, crepitaban las radios y se notaban rayas y "nieve" en los televisores) coincidentes con las grandes protuberancias solares que se han producido.




Los grandes viajeros de la Naturaleza ya se han puesto en marcha. Les deseo el mejor viaje.


jueves, 22 de septiembre de 2011

Bienvenida al otoño.

No me gusta que la literatura relacione siempre el otoño con la melancolía. ¡Si es la estación de la belleza madura! de la maravillosa fruta, de la uva moscatel, del vino nuevo, del patxarán y las setas. Los bosques vistiéndose de dorado y ocre componen, probablemente, las imáenes más bellas de la Naturaleza. Se echa a dormir, se viste con su mejor traje de noche, se cubre de pan de oro y nos invita a acostarnos con ella. ¡Ahí es nada!
Por eso, para dar la bienvenida a la estación que más dones y regalos derrocha. Para reconocerle su prodigalidad; y para alejarme de la melancolía, hoy os traigo aquí un poema alemán antiguo. Fue escrito hacia 1720 por Salomo Franck, poeta oficial de la corte del duque de Weimar. A este poema puso música Johan Sebastian Bach en la cantata "Weichetnur, Batrübte schatten" (Disipaos, tristes sombras), con número de catálogo BWV 202. Según diversos autores, como Vega Cernuda, fue compuesta para la celebración de una boda de primavera y añaden que debió nacer por encargo de una familia de la alta burguesía, con buena situación económica y cultural. No tenía yo la impresión de que Bach fuera un compositor caro, pero según esto parece que sí. No sé, a mi me parecía que era un inmenso músico en el cuerpo de un hombre humilde.
Esta entrada va dedicada para ti, mi belleza madura y serena. ¡Contra los agoreros de la melancolía otoñal reivindiquemos la eterna primavera del amor! ¡Qué mejor para festejar la llegada del otoño que alegrarnos como se canta a la primavera! Para soprano, oboe, cuerdas y bajo continuo.
¡Disipaos, tristes sombras!
¡Heladas y ventiscas, aplacaos!
Es del agrado de Flora
consentir que en los corazones
impere solo la alegre felicidad,
pues con ella llegan las flores.
El mundo se renueva,
montañas y valles
son reunidos por la Gracia con redoblada belleza;
los fríos días ya se han ido.
Febo cabalga con corceles veloces
a través del mundo renacido.
Sí, porque le complace
convertirse él mismo en amante.
De ahí que Amor busque su propio placer
cuando la púrpura ríe en las praderas,
cuando el esplendor de Flora se manifiesta en toda su majestad,
y cuando en su reino,
igual que ocurre con las bellas flores,
también los corazones triunfan ardorosamente.
Cuando las brisas de la primavera
vagan y soplan por los campos multicolores,
suele también Amor andar a hurtadillas
para contemplar sus propios adornos,
los cuales, según se cree, se manifiestan
siempre que un corazón besa a otro.
Y en eso consiste la felicidad,
en que por un alto regalo del destino
dos almas consigan una joya,
en la que brillan la salud y la prosperidad. (.../...)

viernes, 16 de septiembre de 2011

El día 16 de septiembre del 2011. Meteorología sentimental.

Esta mañana, cuando venía a trabajar a eso de las 08:00 h., hacía 18 ºC de temperatura. El sol brillaba entre nubes suavísimas. El cielo estaba azul y las estelas de los aviones reflejaban los rayos nacientes del sol. Hacia el norte se veían unas leves nubes algodonosas. Un día perfecto de principios de julio. Entonces, las mañanas como ésta venían preñadas de la expectativa de los días veraniegos. De las largas jornadas, de los atardeceres aromáticos. Se sentía la impresión de que, una vez más, íbamos a hacer las cosas que nunca hemos hecho. Eran las señales de un verano que comenzaba y todo estaba por estrenar. Pero esas mismas señales ahora traen un no sé qué de melancolía. Quizás porque no hemos hecho todo lo que deseábamos, quizás porque se acerca el otoño y con él de nuevo las tardes cortas, las noches largas encerrados en casa. Los árboles están amarilleando de una manera muy notable y el suelo está cubierto de castañas pilongas, que hay que sortear con la bicicleta para no venirnos al suelo. Queda una semana para la entrada oficial del otoño, pero todo lo que nos rodea está lleno de heraldos de su llegada y olfateamos el aire para oler los olores del otoño. Una vez más, el verano ha pasado.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Grajas (Corvus frugilegus) de León (España). Rook, from Leon (Spain).

Me acaban de llegar unas fotos de León (Castilla y León. España). Como son fotografías de grajas (Corvus frigilegus), cuyas únicas poblaciones españolas están en esa Comunidad Autónoma, me parece obligado publicarlas para disfrute de pajareros y ornitólogos. De naturalistas en general.
Como la carta con las que las acompaña el autor me parece muy graciosa, aquí la publico también. Que disfrutéis todos con ello. ¡Ah!, y muchas gracias Pepe.
"Esta misma mañana (15 de septiembre) a eso de las 8, estaba yo repasando para un examen que tenía a las 12, cuando desde mi ventana empecé a escuchar cierto jolgorio que me obligó a soltar los apuntes y echar unos retratos.
Fue cosa de unos seis o siete minutos en los que la graja (que se ve con el pico abierto) les estaba echando un rapapolvos (o eso parecía desde luego) a este par de grajillas (¡¡¡que parecen estar tela de avergonzadas !!!).
Todo sucedió en el tejado que está enfrente de mi ventana, y como la otra vez que vinisteis a León os gustaron mucho estos pajaretes (las grajas) me dije cuando estaba montando el dijiscoping que los destinatarios de estas fotos tenían que ser ustedes". ¡¡Gracias Pepe!! Por cierto, ¿qué tal te ha salido el examen?
Grajillas (Corvus monedula).

"La foto de la chova os la mando porque me gustó mucho cuando la hice y porque yo lo valgo (jajaja)".

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Las fotos del águila imperial ibérica (Aquila adalberti) en Doñana. Spanish imperial Eagle.

Dice Francisco Bernis en su Diccionario de nombres vernáculos de aves (Editorial Gredos. Madrid, 1995 p. 9) que "nuestros libros medievales no conocen todavía" la distinción entre águila real y águila imperial. Sin embargo testifica que "los antiguos cetreros acusan el amotivo impacto que la gran águila producía en sus propias aves cetreras y dictan exorcismos que deben pronunciarse para ahuyentar aquélla, o ven en la aparición siniestra o diestra del águila el agüero malo o bueno del día que se caza". "En cuanto al calificativo de imperial (águila imperial), exige un largo rastreo por los recovecos de la heráldica, donde preferimos no meternos".
Águila imperial (Aquila adalberti) asomándose desde la copa de un pino piñonero de la vera del Parque de Doñana fotografiada el 23 de agosto del 2011.

El término águila parece tener una raiz indoeuropea en la palabra awietos, de donde procede el aétos griego y el aquila latino. ¿Habría alguna relación entre el antiguo nombre, Aquilón, del viento del norte y las águilas? Según los seguidores de esta relación, las palabras águila y Aquilón tendrían el mismo origen en razón al vuelo rápido del ave "como el viento" y el soplar del viento. No parece una explicación muy convincente, pero está más admitida que otras. El simbolismo del águila es evidente: es la reina de las aves, el ave de Zeus el dios supremo. También la iconografía cristina ha otorgado un lugar preferente al águila. Emblema del apóstol Juan. La imaginación de los autores medievales ha elevado al águila a las más altas moradas del simbolismo religioso. El águila como Cristo. También como águila cruel, falsa, secuestradora. El específico Adalberti lo ostenta esta especie desde que fue considerada especie propia, separada de la especie heliaca de la que durante muchos años fue considerada subespecie. Era H. W. Adalbert un almirante y príncipe prusiano. El hombre de ciencia que le puso este nombre a la especie (C. L. Brehm, 1861), quiso hacer un reconocimiento de las cualidades militares del príncipe Adalberto y, con ello, un homenaje al almirante. Es evidente que no tiene nada que hacer aquí la ciencia, pero pensemos que ese nombre fue puesto en las épocas más belicosas y patriótico-militaristas que se dieron en Prusia, antes de extenderse por toda Alemania. El tal Brehm era un pastor luterano y ornitólogo reconocido, que ejercía cerca de Leipzig y, pienso yo, que consideraría que hacer un poco la pelota al príncipe no le vendría mal en aquellos tiempos.
Es una bella rapaz de fuerte constitución. Es más pequeña que el águila real (Aquila chrysaetos). Por encima es muy oscura pero tiene la nuca de color pálido o casi blanco, lo que contrasta con el resto del cuerpo. También tiene manchas claras, casi blancas, en los hombros. Son los entorchados de emperador, que la diferencian del águila real. Vive en bosques de llanura y en zonas de matorral mediterráneo. Necesita siempre árboles para anidar. Es una rapaz muy ligada a masas forestales, aunque está presente en las dehesas. Es un endemismo ibérico, lo que quiere decir que únicamente existe en España y Portugal. En España puede encontrarse en el Guadalquivir, Doñana, Extremadura, Montes de Toledo, Sierra Morena. En las Comunidades Autónomas de Madrid, Andalucía y Extremadura. Existen unas 150 parejas, lo que unido a su dependencia del conejo como presa y al cainismo entre los pollos, la ha llevado a una difícil situación. Hay en marcha varios programas de conservación. Caza en terrenos abiertos y despejados y necesita enormes extensiones de campeo.

martes, 13 de septiembre de 2011

Por la tarde en Carredondo.

Transcurre la tarde perezosamente. El frescor de la mañana en la montaña se ha trocado en calor. El cielo se ha ido despejando y, aunque sigue nublado, el sol se deja sentir ya en lo alto. Hay un resol con neblina. Estamos entre árboles, son las 17:30 y estamos echados en unas hamacas mirando a los riscos que nos rodean. Desde hace un buen rato, el pito real (Picus viridis) "relincha" en los árboles del soto. Un repiqueteo en un bosque de robles y chopos nos advierte de la presencia del pico picapinos (Picus major). Encima de nuestras cabezas, un trepador azul (Sitta europaea) está empeñado picando la parte superior de un muñón que ha dejado la rama de un roble al caer. Por fin saca una larva blanca y gruesa. La devora y se va. Pronto vuelve a seguir picoteando.
Son ya las seis de la tarde y el aire suena a zumbidos de insectos y a humanos aviones lejanos que van hacia el mar. Y de allí ¿a dónde? A Londres, Nueva York, a todo el mundo. Nos llaman y llaman.
El aire huele a prados y vacas. Suave olor a heno y flores. Cálido, acaricia la piel y ayuda a conciliar el sueño. Es balsámico. En unas hayas cercanas, al otro lado del río, una hembra de carbonero (Parus major) se afana comiendo hayucos que sujeta con las patas contra la rama en la que está posada. Nos rodean paramoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca) que se lanzan desde sus posaderos al aire a por insectos voladores que vemos como esferas doradas iluminados por la luz de la tarde. Las alas del pájaro dejan pasar la luz y parecen radiografías alares. Luego se posa a devorarlos. Por fin aparece un pinzón común (Fringilla coelebs). Lo llevábamos esperando toda la tarde. Es una de las aves más abundantes en las primaveras de estos bosques pero hoy no había aparecido ninguno.
O nos ponemos en marcha o volvemos a dormirnos. Está la tarde de sueño. Por el camino nos preceden docenas de verdecillos (Serinus serinus) y bisbitas pratenses (Anthus pratensis) quizás recién llegados para invernar, o en paso. Vemos por fin un chochín (Troglodytes troglodytes). Llevábamos oyéndolo toda la tarde y por fin aparece sobre uno de los muros de piedra seca. Entre los matorrales y árbustos próximos al camino, se agitan mosquiteros (Phylloscopus sp.), acentores comunes (Prunella modularis). En un mismo arbusto medio seco vemos, simultáneamente, a un herrerillo (Cyanistes caeruleus), un petirrojo (Eritachus rubecula) y un mosquitero. Un poco más allá, una curruca capirotada (Sylvia atricapilla) macho nos muestra su sexo con su boina negra. En lo más alto del cielo, aparece un alimoche adulto (Neophron percnopterus). El buitre blanco, el buitre sabio. Se acerca a los roquedos. De pronto, una sombra tres veces más pequeña que él, se tira contra el ave. Es un halcón peregrino (Falco peregrinus) que no quiere visitas. El alimoche se da la vuelta e intenta frenarlo con las patas. Entrechocan las garras. El alimoche traspone la sierra. El halcón recorre todos sus dominios con un vuelo poderoso. Le sigo con los prismáticos un largo rato. El sol empieza a ponerse y sólo ilumina ya las más altas cresterías. Una vez más hemos comprobada la enorme variedad ornítica de estas sierras del norte de Burgos. Una vez más hemos disfrutado, además de la hospitalidad de los cuñados, de una Naturaleza primigenia. Repleta de aves. Los animales silvestres siguen viviendo aquí a pesar de la absurda persecución de la que siguen siendo objeto. A ver por cuanto tiempo.

En lo alto de la Cordillera.

En lo alto de los montes, entre el cielo y nosotros, no había más que unos gigantescos aerogeneradores cuyas aspas girando, si las mirabas mucho, acababan teniendo un efecto hipnótico y vertiginoso. Quizás por eso mirábamos al suelo. Un amigo mío dice que ser ornitólogo es incompatible con ser arqueólogo, pues el ornitólogo ha de estar siempre mirando al cielo, mientras que el arqueólogo ha de estar siempre mirando al suelo. Nosotros, como no podíamos mirar al cielo por el mareamiento que nos producían aquellos gigantes moviendo sus interminables brazos, mirábamos al suelo. Y así pudimos ver a varios machos de collalba gris (Oenanthe oenanthe) todavía con los colores dorados del verano que supusimos se encontraban ya en migración. A pesar de ello, seguían instalándose cada uno en su atalaya y desafiando a los demás como en los ¡ay! lejanos días de la bullente primavera.
También por el suelo se afanaban agitadas bisbitas alpinos (Anthus spinoletta). Una se estaba dando un buen baño, momento que recogen las fotografías. Entraban y salían del cerrado espacio de la estación transformadora. Por los caminos, caminando sobre las matas de brezo, devoraban insectos hasta del tamaño de un saltamontes más grande que su cabeza. Sus patas oscuras y su parte ventral, también oscura, pero manteniendo los reflejos rosas del traje estival, las hacían identificables. Allí arriba seguía la vida. Nosotros nos marchamos, pero aquellos bisbitas pasarían allí la noche. El viento soplaría, los caballos y vacas buscarían algún resguardo, pero ellas seguirían solas entre las sombras nocturnas.

Los viajeros se van al Sur.

Cuando por la mañana llegábamos a Las Machorras pedanía del Ayuntamiento de Espinosa de los Monteros, provincia de Burgos (España), el domingo día 11 de septiembre, volaban sobre el coche centenares de aviones comunes (Delichon urbicum), la golondrina que sitúa sus nidos bajo los aleros de las casas. Cuando después de visitar aquellas cumbres bajábamos al mediodía desde el nacimiento del río Rioseco, la bandada se había posado en los cables de electricidad que cruzaban una de aquellas gargantas.
De inconfundible aspecto. Negro azulado en las partes dorsales y blanco puro en las ventrales. Con un llamativo obispillo blanco muy definitorio. Había muchos ejemplares juveniles, de un color grisáceos oscuro más que negro. Muy gregario, se posa en los cables. Parecía claro que habíamos topado con una bandada en migración. Podíamos escuchar sus cantos y reclamos, más breves y variados que el de su pariente la golondrina común (Hirundo rustica). Se estaban preparando para seguir su viaje transahariano en dirección sur. Tengo la impresión de que el fuerte viento en contra que, desde hacía varios días, llevaba toda la mañana soplando, unido a las alteraciones magnéticas que llevaban produciéndose durante varios días, habían retenido a esa bandada formada por centenares de individuos.
Las aves perchadas en los cables se dedicaban a atusarse y ordenar las plumas estirando sus alas. El espectáculo era bellísimo. Aquellos pajarillos, poco más grandes que un copo de algodón, se reponían alimentándose de los insectos que el calor de los últimos días había propiciado y recuperaban las fuerzas necesarias para dar otro salto. Quizás hasta Extremadura, quizás hasta la Tierra de Campos. Eran poco más de la una y media del mediodía, pero parece que la mañana les había resultado fructífera pues estaban haciendo un alto en su alimentación para arreglarse el plumaje. A lo mejor es que el cuidado de su plumaje es tan importante como su alimentación, ahora, terminadas las urgencias reproductoras y puestos en marcha hacia el sur. Seguramente una de aquellas mañanas habían cruzado el Golfo de Vizcaya y habían atravesado las montañas cantábricas para llegar y reponerse en estos amables valles. Pensé que sin duda sus plumajes necesitaban, como mínimo, un lavado y un peinado. Y allí estaban ellos, un mediodía cualquiera, preparándose y reparando sus fuerzas para otro avance hacia el sur. ¿Cuántas caerán en esa despiadada, ciega carrera, de la migración?

En la montaña cantábrica.

El domingo día 11 de septiembre queríamos elevarnos un poco desde la Tierra malherida y doliente, y acercarnos a las nubes recordando aquél ya lejano 11 de septiembre del 2001 y el aún más lejano del año 1973. Así que por la mañana subimos hasta unos altos collados en la Cordillera Cantábrica, en las cercanías del monte Bernacho. Subimos desde Las Machorras, pedanía de Espinosa de los Monteros, al norte de la provincia de Burgos (España). Había un viento sur caliente y muy fuerte, racheado. El cielo estaba nublado y hacía fresco. Cuando llegamos a la base de los montes la temperatura era de 16ºC. Desde los arbustos del fondo del valle se asomaban un escribano cerillo (Emberiza citronella) y una bandada de más de cien verdecillos (Serinus serinus), que se escaparon enseñándonos su obispillo dorado.
Por los árboles zureaban palomas torcaces (Columba palumbus). Allí arriba, en las nubes, se deslizaba la inconfundible silueta del buitre leonado (Gyps fulvus). De los cantiles de los valles subían continuos los graznidos de grajillas (Corvus monedula) y cornejas (Corvus corone). Poco a poco dejamos atrás el valle y por una senda muy empinada fuimos subiendo hasta un parque eólico, uno más de las decenas que ocupan todas las cresterías burgalesas.
Cuando subimos más allá del bosque, el suelo se nos presentó cubierto de almohadones de brezo, aulaga, y pequeños matorrales azotados por el viento. Más arriba, la roca, nada más. Lo curioso es que las rocas eran sedimentareas, areniscas calizas de relativamente reciente concreción. Esas rocas probablemente constituyeron un fondo de lago y eran arenas que se fueron fundiendo íntimamente con calizas, que antes aún, habían formado parte viva de un fondo marino. Esas areniscas, hoy desgajadas y erosionadas por los vientos procedentes del mar lejano, situadas a más de 1.400 metros de altitud, en lejanos tiempos fueron un fondo de lago. Siguen mostrando con toda claridad los estratos que demuestran cómo se fue aposentando la arena. Me pareció hermoso.

viernes, 9 de septiembre de 2011

El estornino pinto ha llegado a Vitoria (País Vasco. España) Basque country. Spain.

Esta mañana cuando venía a trabajar he visto, en un parque urbano, que llamamos de Arriaga, los tres primeros estorninos pintos (Sturnus vulgaris) de la temporada. La primavera y el verano han sido las estaciones reinas del estornino negro (Sturnus unicolor), pero las bandadas de estornino pinto están a punto de llegar y ya aprecen sus exploradores. El estornino negro se ha reproducido en nuestras ciudades y pueblos, y ahora llega, únicamente para invernar, el pinto. Juntos, en bandadas miás o menos mixtas, el estornino negro y, sobre todo, el estornino pinto, llenarán al atardecer el cielo con esos inmensas bolsas de miles de avecillas, de tal densidad que parece milagroso que no se choquen unas contra otras. ¿Quién da las órdenes de maniobra en esos globos gigantescos llenos de pájaros?

Así que nada, estupendo, ya están aquí los primeros invernantes. A pesar de que el tiempo es bastante bueno (con amaneceres cubiertos de niebla pero con medidodías y tardes llenas de sol y plenas de calor) algunos de los estivales como el vencejo común (Apus apus) o la collalba gris (Oenanthe oenanthe) ya han desaparecido. Será que llegan los fríos. Todas las observaciones de estos días incluyen mosquiteros (Phylloscopus sp.) y papamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca), síntomas evidentes de que hace un tiempo que comenzó la migración hacia el sur. Supongo que los amigos anilladores estarán ya instaladas en las diferentes estaciones de seguimiento de golondrinas (Hirundo rustica) y aviones zapadores (Riparia riparia) para dejar constancia de este hecho. En sus finas redes puede que caiga alguno de los alcotanes (Falco subbuteo) que, predando sobre las numerosas bandadas las acompañan hacia el sur. Suerte a todos.