Mi Código de la Circulación por la carretera de la vida.

"Yo soy solo uno. Puedo hacer solo lo que uno puede hacer; pero lo que uno puede hacer, yo lo hago" (John Seymour, 1914-2004). //La sinceridad está sobrevalorada.// Antes de hablar ten claro que las palabras sean más oportunas que el silencio.// No discutas nunca con un imbécil. Te obligará a rebajarte a su nivel y te ganará por experiencia.// ¡Cuántas veces no se pretende sólo derrotar al contrario, sino más bien hundirle tanto en lo profesional como en lo personal!// ¿Quieres ser feliz un instante (o dos)? ¡Véngate! ¿Quieres ser feliz para siempre? ¡Perdona!// Cuanto más pequeño es un corazón, más rencor alberga.// No juzgues. Todas las personas te pueden sorprender si les das la oportunidad.// Tú sigue adelante, si alguien quiere ir contigo, que tire también.// No mires mucho alrededor, sigue adelante pues como dijo no sé quién: "es preferible pedir disculpas a pedir perdón".// No es posible caer bien a todo el mundo. Hagas lo que hagas unos te querrán y otros te aborrecerán. Es inevitable.// El ser humano forma parte de la Naturaleza y es un ser vivo como los demás (árboles, zorros, libélulas, bacterias) por lo que está sometido a los mismos procesos vitales.// Las religiones son el principal enemigo de la salud mental.// Si soy normal, y hago esto y lo otro, seguro que todas las demás personas harán lo mismo o cosas parecidas.

martes, 26 de julio de 2011

La Naturaleza en Tomás Luis de Victoria (c. 1548 - 1611).

El 27 de agosto de este año hará cuatrocientos del fallecimiento del músico natural de Ávila Tomás Luis de Victoria. Es muy conocida su obra Officium Defunctorum, dedicada en Madrid, en el año 1605, a la Emperatriz María, hermana de Felipe II, que había fallecido dos años antes y de la que había sido capellán personal durante diecisiete años. Entre sus obras musicales no hay ninguna profana. Todas son de índole religiosa, pero su motete Vidi speciosam tiene una letra sálmica, que describe con imágenes naturales de una enorme belleza, a la amada. Creo que los naturalistas seguidores de este blog la sabrán apreciar:




La he visto hermosa


como una paloma, subiendo


los arroyos de agua,


la fragancia de sus vestidos


era inestimable.


Y como los días de primavera,


la rodeaban


las flores de los rosales


y los lirios de los valles.




¿Quién es ésta,


que sube por el desierto


cual columna de humo


que exhala olor


de mirra y de incienso?


Y como los días de primavera,


la rodeaban


las flores de los rosales


y los lirios de los valles.




(La traducción del latín está extraida de la página web uma.es/victoria/textos.html).




Vidi speciosam


sicut columbam ascendentem


desuper rivos aquarum,


cuius inaestimabilis odor erat


nimis in vestimentis eius.


Et sicut dies verni,


circumdabant eam


flores rosarum


et lilia convallium.




Quae est ista,


quae ascendit per desertum


sicut virgula fumi


ex aromatibus


myrrhae et thuris?


Et sicut dies verni


circumdabant eam


flores rosarum


et lilia convallium.


¡Buenos días y a disfrutar!

Otra vez en el paraíso. El río Tirón a su paso por la localidad de Fresno de Río Tirón (Burgos.España). Spain.

El sábado 23 de julio, sobre las 18:50 hora local, volví al río Tirón. Al mismo recodo en el que estuve la semana pasada. La tarde estaba soleada y soplaba una brisa frsca del NE que mantenía la temperatura en 18ºC. No bajó al río ningún jilguero (Carduelis carduelis), solo alguna lavandera blanca (Motacilla alba), pero no había ni ratro del ácido y penetrante olor a purines que nos había expulsado de allí la semana anterior. Sobre las copas de los árboles del bosque galería, cazaban los vencejos (Apus apus). El sol iba cayendo, ocultándose tras las copas de los árboles de la orilla izquierda que, agitadas por la brisa, producían sobre las aguas sombras y claroscuros. Parece que vienen visitas sorpresa por la espalda y me sobresaltan. Acaba de pasar un martín pescador (Alcedo atthis) como una flecha azul. La cara de decepción es evidente, cuando se enteran los que no lo ven. Un poco más tarde vamos a un concierto conmemorativo del cuarto centenario del fallecimiento del músico abulense Tomás Luis de Victoria, en el convento de Santa María Bretonera de clarisas, en Belorado (Burgos) y dibujo en el programa la imagen del martín pescador que he visto volando a ras del agua. Un final de jornada sabatina radicalmente distinto al de la semana anterior. También los olores hacen nuestros paisajes.

martes, 19 de julio de 2011

En otro mundo. El río Tirón a su paso por Fresno de Río Tirón.

Pasamos la tarde del sábado en el río Tirón. Tumbados sobre las piedras de sus orillas escuchamos durante largo rato la música calmada de las aguas al fluir. Hacía muchísimo calor. Creo que era la tarde de este verano en la que más calor ha hecho, y el verdor, el sonido del agua, las sombras calmaban la fiereza ardiente del sol. Era muy hermoso estar allí, en silencio, envueltos en esa atmósfera fresca de los bosques de ribera. Fuera, el viento solano parecía querer incendiar la tierra. Desde los abrasados campos de cereal, mantenidos al otro lado de la frontera verde de los chopos, los alisos, los fresnos, los sauces y de los matorrales llegaban a beber al río jilgueros europeos (Carduelis carduelis), torcaces (Columba palumbus), verdecillos (Serinus serinus), lavanderas boyeras (Motacilla flava).
Los jilgueros llegan incesantemente, bandada tras bandada. Tengo la impresión de que se trata de grupos familiares, la pareja más uno o dos pollos supervivientes de este año. Llegan hasta el río en oleadas a lo mejor más de sesenta pájaros. Después de beber se protegen en los grandes sauces de la orilla de enfrente y cantan y cantan. Llegan con el pico abierto del calor que tienen y se elevan hasta los árboles verdes a canturrear durante horas.
Un papamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca) se posa en los arbustos de la orilla cerca del agua, y desde allí se lanza a contraluz contra insectos que llegan volando hasta el centro del río. Los ve perfectamente aunque tienen el sol detrás y ya está bajo. Los captura y vuelve a su posadero. No parece sentir el calor. Es de colores un tanto desvaídos y, aunque no puedo distinguir si la marca de las cobertoras primarias se acerca o no al borde del ala, creo que es una hembra. Captura dos o tres moscas más y se marcha.
A unos veinticinco metros hacia el norte vemos el azud y las compuertas de la fábrica de luz "Mojón blanco". Estamos en tierras protegidas de visón europeo (Mustela lutreola) y los carteles con las siglas LIFE OO NAT-E/72/99 que anuncian el programa europeo de recuperación de orillas para la conservación del visón europeo se entrevén, medio sumergidos por la maleza, a nuestro alrededor. Cambia el viento, se hace marcadamente de poniente y nos invade el aire el olor dulzón y nauseabundo de una granja porcina próxima al cauce. Es tan fuerte el olor en esta tarde abrasadora (en la granja habrán abierto las ventanas para que entre el aire y no se asfixien los cerdos) que me marea. El teléfono móvil (el celular que decís en américa) no para de acercarme correos electrónicos de la oficina. Los cables de la luz cruzan y recruzan el aire sobre el cauce.
La huella humana es intensiva. Sin embargo, el interior del bosque galería es un mundo aparte. Por el aire cazan los aviones zapadores (Riparia riparia). El silencio de la tarde se hace más sonoro con el agua saltarina. Es evidente la huella humana, pero el bosque nos protege del entorno. Estamos encerrados en el útero materno. Hay un momento en el que el tiempo se detiene. Pero la barrera arbórea nada puede contra el repugnante olor a heces porcinas, se rompe el encantamiento y tenemos que marcharnos.

lunes, 18 de julio de 2011

En relación a la conservación de la biodiversidad hay que ser activistas y no meros notarios de su disminución.

En un artículo publicado en el último número la revista Science, el profesor de Ecología y Biología de la UCLA James Estes demuestra que la desaparición de depredadores está teniendo gravísimas consecuencias para la conservación de todas las cadenas ecológicas de los ecosistemas. El coautor del artículo, William Ripple, de la Universidad de Oregón, asegura que han encontrado pruebas de que los depredadores son claves en la buena salud de los ecosistemas "desde las profundidades de los océanos a los picos más altos de las montañas, del trópico al Ártico". Su desaparición está afectando gravemente a todos los ecosistemas marítimos y terrestre. Cambios en la vegetación, expansión de especies invasoras, aumento de incendios forestales, contaminación, expansión epizootias y enfermedades infecciosas, etc. encuentran su causa en esa desaparición. Ésta está teniendo graves consecuencias también para el ser humano. Los autores analizan las causas de la pérdida de depredadores y encuentra las de siempre: sobreexplotación, disminución y fragmentación de hábitats, caza incontrolada, pesca industrial, etc. Se trata de un artículo interesantísimo que hace un repaso a toda la literatura sobre la pérdida de biodiversidad. En él han colaborado investigadores de más de veintidós instituciones. Pero... por más vueltas que le he dado no he encontrado ninguna reflexión sobre qué hacer para evitar tan apocalípticos pronósticos. Una vez más se confirma lo que lleva afirmando reiteradamente el catedrático español de Ecología Carlos Montes: científicos y ecologistas nos hemos convertido en meros notarios que levantamos acta de la pérdida de biodiversidad. Conocemos las causas (el cuarteto diabólico se ha convertido en el quinteto o en el sexteto o en el octeto diabólico, según los autores), pero muy pocos se atreven a proponer soluciones. Tengo la impresión de que las causas de la pérdida de la biodiversidad las conocemos todos. Los procesos también; pero falta valentía para afrontar la definición de las medidas correctoras. Tanto científicos como ecologistas somos unos expertos en describir los procesos y causas de la pérdida de biodiversidad. Una mera lectura del magnífico artículo citado sería una forma fenomenal de introducirnos en el tema, pero nos falta valentía para decir ¡basta ya!

Los jilgueros y otros fringílidos están ansiosos de sal (ClNa).

En mi casa en Ribavellosa, localidad situada al sur de la provincia española de Álava, en la Cuadrilla de Añana, hay un muro al que todos los días llegan jilgueros (Carduelis carduelis) y verdecillos (Serinus serinus) a picotear colgados. Es un muro de piedra arenisca y, por el interior, está la habitación en la que desde tiempo inmemorial se guardaban las salazones. Allí se han guardado durante generaciones las caretas y las orejas de cerdo guardadas en sal, así como perniles y tocinos en salmuera. Después de cientos de años (la casa cumple este año cuatrocientos 400 años ya que fue construida en 1611), la sal ha ido subiendo por la pared y mezclándose con la piedra arenisca. La piedra está muy descompuesta así que los fringílidos tienen doble ventaja. Por un lado comen sal, necesaria para sus procesos metabólicos y celulares, y por otro toman arena, la cual les resulta útil para la predigestión de semillas en el buche.
El otro día, visitando los almacenes de sal que, en previsión de las nevadas del invierno, se mantienen llenos en el Parque de Bomberos, lugar a donde me ha llevado mi nuevo trabajo, observé cómo durante toda la mañana, pequeños grupos familiares de jilgueros y verdecillos, se posaban en la sal y picoteaban durante un rato, incluso dentro del almacén. Tengo la impresión de que necesitan mucho la sal pues se acercaban aunque hubiera personas cerca e incluso entraban en los almacenes. En Ribavellosa es igual; no les importa que haya gente en el jardín. Ellos a lo suyo. Ya sé que los animales, especialmente los herbívoros, necesitan sal. Son conocidas las tabletas de sal para vacas y terneros, así como la famosa cueva de Kenia en la que los elefantes arrancan sal por la noche, pero no he visto que picoteen sal más que jilgueros y verdecillos. A lo mejor otras aves granívoras y herbívoras también devoran sal para suplementar su dieta, pero yo no las he visto. Consto.

Amaneceres teatrales.

Esta mañana ha amanecido saliendo el sol por el Este. Era un amanecer canónico, como debe ser. Hay días, como estos últimos con tormentas, en los que el Este está completamente cubierto y la luz del amanecer se cuela por el Oeste. La sensación es extraña. Son las primeras horas del día y la luz es similar a la del atardecer. La sensación es irreal, onírica. La impresión es similar a la luz que hay en las ciudades después de una tormenta; antes de que las personas vayan saliendo de sus improvisados refugios. La luz procede de los laterales más despejados, menos nubosos, las calles están vacías, parecen amaneceres pero la iluminación puede proceder del Oeste. Son luces teatrales, de focos dirigidos por mano humana para despistar. A veces tengo la impresión de encontrarme en un gran plató vacío, iluminado teatralmente.
Hoy no. Hoy la luz entraba desde el este y se expandía por toda la bóveda celeste. El cielo estaba completamente despejado, recién lavado. De estreno. Hacía mucho frío, pero seguro que al mediodía pasamos de los 28ºC. Son las cosas del verano. Las fotografías están sacados en Fresno de Río Tirón. Son del amanecer del sábado 9 de julio. Un día en el que el este, como puede verse, estaba cubierto de nubes y la luz del sol irradiaba desde el Oeste creando una sensación de irrealidad. ¡Good morning!










lunes, 11 de julio de 2011

Para el Trasmonte.

El británico se llama Brian Webster y tiene una página web de fotografías de aves. Creo que os resultará fácil localizarlo en Internet. Respecto a otras cosas, hay varios libros en castellano sobre cómo preparar una terraza o un jardín para favorecer la visita de los pájaros. La editorial Lynx ha publicado, por ejemplo, el libro de Michael Chinery Cómo atraer fauna al jardín. La editorial De Vecchi publicó Cómo atraer a los pájaros a su balcón o jardín. En el libro Pájaros de nuestros campos y bosques, Pantxo Purroy dedica un capítulo a los nidos artificiales y cajas nidos. En el libro Cooking for Birds, Mark Golley explica todo lo relacionado con la suplementación alimenticia a las aves de jardín. En el mismo sentido, pero con puntos de vista más amplios, podemos citar Attracting Birds to Your Garden, de Stephen Moss, The Audubon Society Guide to Attracting Birds. Creating Natural Habitats for Properties Large and Small, de Stephen W. Kress, Birds in Your Garden de Malcom Tait, Complete Garden Bird Book, de Mark Goley, RSPB Gardening for Wildlife, de Adrian Thomas, etc., etc. En este tema, como ocurre con todos los demás que hay en el mundo, en cuanto encuentras la mena, por muy poco que hayamos oído hablar del asunto, nos encontramos con que hay mucho publicado. Hay más publicaciones en castellano que tratan el tema y dan ideas muy prácticas. En efecto hay que disponer los alimentos y agua de manera tal que "premiemos" las aves que deseamos observar y dificultamos la llegada de aves menos deseables como estorninos, palomas o urracas. La editorial y tienda Oryx, de Barcelona, que también tiene página web, publicó hace unos años un folleto publicitario titulado Naturaleza en tu jardín. Productos para acoger y conocer a la fauna cercana, en el que en colaboración con Jacobi Jayne & Company y Schwegler, trataba de comederos, alimento para aves, cajas nido, etc. para atraer aves a un balcón, una terraza o un jardín. Hay más referencias en guías de aves urbanas, porque el aportar alimento suplementario a las avecillas silvestres y aprovechar para observarlas a placer, es una afición cada día más extendida incluso entre nosotros. Y es que hay gente p'a to. Gracias por ser seguidor y hacer comentarios.

martes, 5 de julio de 2011

Los alcaudones. Biología y nombres científicos.

He tenido tantos encuentros recientemente con alcaudones que me he animado a investigar un poco sobre esta Familia y aquí os ofrezco algunos datos que creo de interés. Los alcaudones, de los que en esta entrada os ofrecemos información de las tres especies con las que es más posible encontrarse en el norte de España, son una Familia compuesta de unas treinta especies en todo el mundo. Dos están extendidas por toda la Península (meridionalis y senator) y una tercera no es rara en el norte (collurio). Son aves interesantes pues se alimentan de otros animales tanto vertebrados como invertebrados. Comen insectos, aves, reptiles, anfibios y pequeños mamíferos a los que cazan acechándolos desde una percha y lanzándose súbitamente sobre ellos. Para ello tienen pico de rapaz, mortal aunque pequeño, y afiladas garras. No son pájaros grandes, siendo del tamaño aproximado de un mirlo o un estornino. Lo que los ha hecho más conocidos es que, cuando cazan mucho, empalan a sus presas en espinas de arbustos para devorarlas más tarde. Todos ellos, cuando son adultos, presentan un antifaz negro, lo que incrementa la sensación de pájaro fugitivo. El nombre genérico Lanius lo tomaron los científicos de las palabras latinas laniarius (carnicero) y laniatus (desgarrado, despellejado) precisamente por las costumbres de empalador de este paseriforme.
Alcaudón dorsirrojo (Lanius collurio).

El primer alcaudón dorsirrojo que vi en mi vida lo encontré en los pequeños árboles de una repoblación de chopos del soto del río Tirón a su paso por la comarca de la Riojilla Burgalesa. Se trata de un migrante transahariano por lo que los primeros ejemplares empiezan a verse en nuestra zona a finales de abril, y a finales de agosto primeros de septiembre a los últimos. Esta especie es mayoritariamente insectívora (92% de sus presas en León) especializándose en escarabajos (coleópteros) y saltamontes (ortópteros). Los científicos le pusieron el específico collurio sacándolo de las obras del gran sabio griego Aristóteles; el cual llamaba kollurión a una especie de pequeño pájaro de presa no totalmente identificada. Por lo tanto nada tiene que ver esta palabra con kollirion o poseedor de collar, como algunos han pretendido. De hecho no tiene collar significativo alguno.
Alcaudón real (Lanius meridionalis).

En realidad, al Lanius meridionalis, algunos autores lo consideran una mera subespecie del Lanius excubitor. Sin embargo, cada vez más autores le dan rango de especie. El alcaudón real desconoce estas polémicas con su taxonomía y es feliz cuando, llegada la primavera, se atiborra de insectos (90% de sus presas). No es muy común por nuestra zona, siendo más abundante cuanto más al sur de España viajemos. Es sedentario, no migra a África como otras especies, si bien baja al sur de la península ibérica en invierno con migraciones regionales más o menos acusadas. El invierno lo supera comiendo más vertebrados (hasta el 15%) que en verano. Los científicos tomaron el nombre de excubitor directamente del latín, lengua en la que significa centinela, guardia, porque a menudo está como una rapaz, vigilando a sus presas perchado en lo más alto de un árbol, un poste o una valla. Meridionalis es una palabra latina que quiere decir situado al mediodía, lo que viene a significar del sur.

Alcaudón común (Lanius senator).

Aunque es más abundante al sur, en donde es un habitante relativamente común en las dehesas de encinas, también se le ve en cercanías de bosques del norte. El sábado pasado día 2 de julio vimos un grupo de cuatro en un terreno cubierto de matorral en la parte alta de la loma que separa el valle del Arlanza del páramo lermino. Es un migrador transahariano, lo que quiere decir que realizada la reproducción, se aleja de la península entre julio y septiembre hasta el centro de África con los pollos nacidos en abril o mayo. Presenta una dieta básicamente insectívora (90%) de escarabajos y saltamontes. La palabra senator, con la que los científicos crearon su nombre específico, está tomada directamente del latín, en donde quiere decir senador. Los senadores romanos, en la antigüedad, llevaban una toga blanca con una ancha banda roja, púrpura. El inventor de los nombres científicos de dos términos, Karl von Linneo, escogió ese nombre científico para este paseriforme para resaltar una característica física del mismo: su cabeza y nuca rojas.
Según Francisco Bernis, la denominación oficial española alcaudón tiene que ver con la palabra árabe qaid con un significado como "capitán, gobernador, dada la conducta dominante y agresiva que estos pájaros manifiestan con relación a otras aves de su mismo tamaño o menores que ella" y porque no se arredra ante aves mayores como halcones y águilas "a los cuales acosan con valiente saña". Corominas cree que la primera vez que aparece su nombre es como caudón en 1325 palabra que, aunque de origen incierto, cree que se puede relacionar con cabezón. En alusión a su silueta cabecigorda. Casi todos los vernáculos españoles hace referencia bien a su agresividad y a su costumbre de empalar a sus víctimas, bien a ser relativamente cabecigrande. Los términos con el que son denominados en otras lenguas europeas a menudo hacen referencia a sus gritos, sus reclamos y sus voces así como a su habilidad para imitar las voces de otras aves. (Las referencias bibliográficas para esta entrada son TELLERÍA, J. Luis et al. Aves ibéricas. II paseriformes. CABARD, Pierre et al. L'étimologie des noms d'oiseaux. BERNIS, Francisco. Diccionario de nombres vernáculos de aves. COROMINAS, Joan. Breve diccionario etimológico de la lengua castellana).



El consumo de hamburguesas es un atavismo evolutivo.

Según demuestran los investigadores de la Universidad de California (UCA), del campus de Irvine EUA, en un artículo publicado en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences, corresponde a un mecanismo ancestral el que no podamos comer una única patata frita o un solo bocado de hamburguesa (o de salchichón, o de chorizo, o de fuet, ¡hummm!). De acuerdo a sus investigaciones, los alimentos ricos en grasas provocan en los mamíferos la secreción de unas sustancias neurotransmisoras llamadas endocannabinoides. Estas sustancias son similares al componente activo de la marihuana y despiertan el deseo de consumir grasas sin parar. El estudio realizado lo ha demostrado claramente, sin género de dudas para el caso de los roedores, pero el efecto es conocido por muchísimas personas que son incapaces de parar de comer chocolate o patas fritas una vez comida la primera. "Comer y rascar todo es empezar". Parece ser que la producción de esas sustancias euforizantes que lanzan al cuerpo a desear seguir comiendo son un atavismo evolutivo. Las grasas son productos que, en la noche de los tiempos cuando los mámíferos empezaron a conquistar la Tierra, escaseaban en el entorno natural a pesar de ser sumamente útiles para la vida. Las grasas disuelven vitaminas para repartirlas por el cuerpo, acumulan reservas, se convierten rápidamente en calor en caso necesario, etc. por lo que su consumo era deseable en aquellos miles de años de penuria alimenticia. En el caso de encontrar una fuente de grasa, el mamífero afortunado desarrolló unos mecanismos para no parar de comer hasta agotar la fuente. Era preciso, a cualquier precio, hacerse con tan excelente botín sin dejar ni rastro.
Los endocannabinoides son un vestigio evolutivo que nos impulsa a consumir todas las grasas que podamos, porque son fundamentales para el funcionamiento celular. El problema es que ahora, los productos ricos en grasas están por todas partes. El cerebro humano, producto de una evolución muy larga y por lo tanto con dificultades para adaptarse a realidades que cambian muy deprisa, no discrimina y desea hacerse con todas las grasas que pueda. "Devorar, devorar, ser un zampabollos", es la consigna que transmite al resto del organismo cuando se enfrenta a un producto grasiento y churrretoso. "El proceso químico que despierta la gula comienza en la lengua, que detecta las grasas y envía una señal al cerebro. Desde ahí, y a través del nervio vago, llega al tracto digestivo, en donde estimula la producción de cannabinoides. Estos neurotransmisores incrementan la señalización entre las células de tal forma que despiertan un apetido voraz", según explica Ángel Díaz en la versión digital de El Mundo. Resulta que todos los seres humanos estamos permanentemente a régimen para luchar con esos kilos de más que todos tenemos. Luchamos contra el deseo de devorar y, en cuanto probamos un alimento rico en grasa, los genes desarrollados por la evolución y que permitieron sobrevivir a nuestros antepasados, nos obligan a tragar y tragar para asegurarnos la supervivencia. ¡Yo no tengo la culpa, es una herencia evolutiva de los años difíciles de la Humanidad! ¡No soy un hambrón ni un zampabollos, soy digno heredero de una estirpe de comegrasas! ¡Qué satisfacción, no tengo la culpa! La culpa es de la Evolución, y por ende, de Charles Darwin. Perfecto, se lo diré a mi mujer.




domingo, 3 de julio de 2011

Por la estepa castellana. En las orillas del Arlanza.

El páramo de Lerma (Burgos. España).

¡Feliz mes de Julio a todas y todos! Ayer sábado 2 de julio fue el día escogido para sacar la fotografía veraniega que sustituyera a la primaveral que encabezaba el blog. Como los almendros sobre verdes praderas de la foto de primavera habían despertado grandes elogios, la fotógrafa y yo decidimos volver al mismo sitio en el que hicimos la foto en primavera y fotografiar los almendros, esta vez rodeados de campos de cereal. Así que tempranito nos levantamos y partimos hacia las tierras de Lerma, población burgalesa situada a unos 30 kms al sur de la capital, en cuyos páramos habíamos hecho las fotografías de primavera. Cuando llegamos, tras de una subida de pesadilla al puerto de la Pedraja, de 1.150 m, en las alturas de los Montes de Oca, el sol estaba en todo lo alto. En los páramos de Lerma el termómetro marcaba 34ºC y soplaba un viento solano tórrido, que achicharraba a plantas y animales.
Estos almendros, en primavera estaban cubiertos de flores y rodeados de una mar verde.

Y eso que habíamos tenido buenos augurios: al salir de Fresno de Río Tirón vimos una concentración de veintidós cigüeñas blancas (Ciconia ciconia), prácticamente toda la colonia adulta de la comarca de la Riojilla burgalesa y en uno de los nidos de cigüeña de Lerma, tres pollos desarrolladísimos se disputaban la comida que un adulto, del mismo tamaño que ellos, les depositaba en el interior del nido. Salimos de la población por el este, tomando la cresta de la loma que separa el valle del Arlanza del páramo. Nada más empezar a caminar, seis cigüeñas blancas seguían a una cosechadora, en una finca próxima al sendero, capturando al vuelo los ortópteros (saltamontes y langostas) que la máquina levantaba al pasar y que eran cientos. El calor empezaba a apretar y el camino es una continua sucesión de subidas y bajadas. Pero a la vida animal no le afecta el calor. Por el contrario, parece que le anima para vivir con más intensidad. Fuimos sacando fotografías, simétricas a las que habíamos realizado en primavera, como ese almendro de tronco inclinado de más arriba. Por fin llegamos al lugar desde el que habíamos fotografiado el verde páramo el 26 de marzo pasado. Todo estaba reseco, si bien algunos árboles de repoblación, que en la primavera incipiente no se veían, ahora presentaban sus pequeñas copas verdes. Cuando terminamos, dimos la vuelta y, aunque el viento solano nos achicharraba, la caminata había merecido la pena. Ya ni sudábamos. Estábamos resecos así que bebimos unos tragos de agua y de bebida isotónica. La sensación térmica era de unos treinta grados pues el viento, al secar el sudor sin darle tiempo ni a brotar, daba una falsa sensación de refresco, pero el sol estaba al límite de lo soportable. Los sombreros nos hacían la sombra justa para poder caminar. Eran las horas de más calor ¡iniciamos la marcha al filo del mediodía y la terminamos a las 14:30! ¡"P'habernos dao" algo!
Alcaudón común (Lanius senator).

La vuelta mereció la pena. Pasamos junto a una gran tejonera (Meles meles) que parecía muy usada y transitada. Estábamos rodeados de aves de páramo como las alondras (Alauda arvensis), cogujadas (Galerida cristata), pero también salían de los bosquetes de pinos jilgueros (Carduelis carduelis) y otros fringílidos. A lo lejos reclamaban un grupo de cornejas (Corvus corone). Un cernícalo (Falco tinnunculus) pasó sobre nosotros y otro se lanzó como un bólido sobre una meseta reseca. Nos sobrevolaba lentamente una culebrera europea (Circaetus gallicus). Y, muy arriba, recorrían el cielo algunos ejemplares de buitre leonado (Gyps fulvus). Aquello era un espectáculo. Pudimos ver con gran detalle y dibujar una bisbita campestre (Anthus campestris) ecaramada a las ramas bajas de un arbusto la cual, después de posar un buen rato, se asustó y salió volando. Al llegar a un collado de la sierra, en los arbustos existentes en una zona bastante rala, un grupo de cuatro alcaudones comunes (Lanius senator) volaba de matorral en matorral agitando sus alas como banderas de señales blancas y negras.
Bisbita campestre.

Seguimos caminando, recibiendo la visita de las inefables collalbas grises (Oenanthe oenanthe) colinas hasta llegar a la plaza Mayor de Lerma. Íbamos asados de calor. El agua que llevábamos se había calentado hasta parecer agua ACS, de ducha. Así que decidimos que era el momento de descansar un rato. Entramos en el restaurante Casa Ojeda y nos dispusimos a comernos una perdiz roja (Alectoris rufa) escabechada y unas chuletillas de cordero lechal (Ovis aries) con ensalada de lechuga y cebolla. La comida la acompañamos de vinos Ribera del Duero y nos tragamos casi tres litros de agua mineral soriana. De postre merengues tostados con tiras de almendra cruda, que en mi casa llamábamos "biscotelas". Osea un día genial. A las 16:00 nos fuimos hacia Fresno de Río Tirón y hacia la siesta en una habitación fresca, en penumbra, con sábanas limpias. Osea. ¡Hasta la próxima, amigos!