Mi Código de la Circulación por la carretera de la vida.

"Yo soy solo uno. Puedo hacer solo lo que uno puede hacer; pero lo que uno puede hacer, yo lo hago" (John Seymour, 1914-2004). //La sinceridad está sobrevalorada.// Antes de hablar ten claro que las palabras sean más oportunas que el silencio.// No discutas nunca con un imbécil. Te obligará a rebajarte a su nivel y te ganará por experiencia.// ¡Cuántas veces no se pretende sólo derrotar al contrario, sino más bien hundirle tanto en lo profesional como en lo personal!// ¿Quieres ser feliz un instante (o dos)? ¡Véngate! ¿Quieres ser feliz para siempre? ¡Perdona!// Cuanto más pequeño es un corazón, más rencor alberga.// No juzgues. Todas las personas te pueden sorprender si les das la oportunidad.// Tú sigue adelante, si alguien quiere ir contigo, que tire también.// No mires mucho alrededor, sigue adelante pues como dijo no sé quién: "es preferible pedir disculpas a pedir perdón".// No es posible caer bien a todo el mundo. Hagas lo que hagas unos te querrán y otros te aborrecerán. Es inevitable.// El ser humano forma parte de la Naturaleza y es un ser vivo como los demás (árboles, zorros, libélulas, bacterias) por lo que está sometido a los mismos procesos vitales.// Las religiones son el principal enemigo de la salud mental.// Si soy normal, y hago esto y lo otro, seguro que todas las demás personas harán lo mismo o cosas parecidas.

viernes, 16 de septiembre de 2011

El día 16 de septiembre del 2011. Meteorología sentimental.

Esta mañana, cuando venía a trabajar a eso de las 08:00 h., hacía 18 ºC de temperatura. El sol brillaba entre nubes suavísimas. El cielo estaba azul y las estelas de los aviones reflejaban los rayos nacientes del sol. Hacia el norte se veían unas leves nubes algodonosas. Un día perfecto de principios de julio. Entonces, las mañanas como ésta venían preñadas de la expectativa de los días veraniegos. De las largas jornadas, de los atardeceres aromáticos. Se sentía la impresión de que, una vez más, íbamos a hacer las cosas que nunca hemos hecho. Eran las señales de un verano que comenzaba y todo estaba por estrenar. Pero esas mismas señales ahora traen un no sé qué de melancolía. Quizás porque no hemos hecho todo lo que deseábamos, quizás porque se acerca el otoño y con él de nuevo las tardes cortas, las noches largas encerrados en casa. Los árboles están amarilleando de una manera muy notable y el suelo está cubierto de castañas pilongas, que hay que sortear con la bicicleta para no venirnos al suelo. Queda una semana para la entrada oficial del otoño, pero todo lo que nos rodea está lleno de heraldos de su llegada y olfateamos el aire para oler los olores del otoño. Una vez más, el verano ha pasado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario