Mi Código de la Circulación por la carretera de la vida.

"Yo soy solo uno. Puedo hacer solo lo que uno puede hacer; pero lo que uno puede hacer, yo lo hago" (John Seymour, 1914-2004). //La sinceridad está sobrevalorada.// Antes de hablar ten claro que las palabras sean más oportunas que el silencio.// No discutas nunca con un imbécil. Te obligará a rebajarte a su nivel y te ganará por experiencia.// ¡Cuántas veces no se pretende sólo derrotar al contrario, sino más bien hundirle tanto en lo profesional como en lo personal!// ¿Quieres ser feliz un instante (o dos)? ¡Véngate! ¿Quieres ser feliz para siempre? ¡Perdona!// Cuanto más pequeño es un corazón, más rencor alberga.// No juzgues. Todas las personas te pueden sorprender si les das la oportunidad.// Tú sigue adelante, si alguien quiere ir contigo, que tire también.// No mires mucho alrededor, sigue adelante pues como dijo no sé quién: "es preferible pedir disculpas a pedir perdón".// No es posible caer bien a todo el mundo. Hagas lo que hagas unos te querrán y otros te aborrecerán. Es inevitable.// El ser humano forma parte de la Naturaleza y es un ser vivo como los demás (árboles, zorros, libélulas, bacterias) por lo que está sometido a los mismos procesos vitales.// Las religiones son el principal enemigo de la salud mental.// Si soy normal, y hago esto y lo otro, seguro que todas las demás personas harán lo mismo o cosas parecidas.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Bienvenida al otoño.

No me gusta que la literatura relacione siempre el otoño con la melancolía. ¡Si es la estación de la belleza madura! de la maravillosa fruta, de la uva moscatel, del vino nuevo, del patxarán y las setas. Los bosques vistiéndose de dorado y ocre componen, probablemente, las imáenes más bellas de la Naturaleza. Se echa a dormir, se viste con su mejor traje de noche, se cubre de pan de oro y nos invita a acostarnos con ella. ¡Ahí es nada!
Por eso, para dar la bienvenida a la estación que más dones y regalos derrocha. Para reconocerle su prodigalidad; y para alejarme de la melancolía, hoy os traigo aquí un poema alemán antiguo. Fue escrito hacia 1720 por Salomo Franck, poeta oficial de la corte del duque de Weimar. A este poema puso música Johan Sebastian Bach en la cantata "Weichetnur, Batrübte schatten" (Disipaos, tristes sombras), con número de catálogo BWV 202. Según diversos autores, como Vega Cernuda, fue compuesta para la celebración de una boda de primavera y añaden que debió nacer por encargo de una familia de la alta burguesía, con buena situación económica y cultural. No tenía yo la impresión de que Bach fuera un compositor caro, pero según esto parece que sí. No sé, a mi me parecía que era un inmenso músico en el cuerpo de un hombre humilde.
Esta entrada va dedicada para ti, mi belleza madura y serena. ¡Contra los agoreros de la melancolía otoñal reivindiquemos la eterna primavera del amor! ¡Qué mejor para festejar la llegada del otoño que alegrarnos como se canta a la primavera! Para soprano, oboe, cuerdas y bajo continuo.
¡Disipaos, tristes sombras!
¡Heladas y ventiscas, aplacaos!
Es del agrado de Flora
consentir que en los corazones
impere solo la alegre felicidad,
pues con ella llegan las flores.
El mundo se renueva,
montañas y valles
son reunidos por la Gracia con redoblada belleza;
los fríos días ya se han ido.
Febo cabalga con corceles veloces
a través del mundo renacido.
Sí, porque le complace
convertirse él mismo en amante.
De ahí que Amor busque su propio placer
cuando la púrpura ríe en las praderas,
cuando el esplendor de Flora se manifiesta en toda su majestad,
y cuando en su reino,
igual que ocurre con las bellas flores,
también los corazones triunfan ardorosamente.
Cuando las brisas de la primavera
vagan y soplan por los campos multicolores,
suele también Amor andar a hurtadillas
para contemplar sus propios adornos,
los cuales, según se cree, se manifiestan
siempre que un corazón besa a otro.
Y en eso consiste la felicidad,
en que por un alto regalo del destino
dos almas consigan una joya,
en la que brillan la salud y la prosperidad. (.../...)

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