
Tengo la impresión de que todos los expertos están de acuerdo en que aquellos primeros días del mes de mayo, de tiempo tan malo, con aquella borrasca de frío y lluvia, que duró desde el 1 de mayo hasta el día 17, están pasando factura. En esos días se constató la muerte por hambre de ejemplares adultos de golondrina incluso en los nidos, sobre los propios huevos. La pérdida de ejemplares reproductores fue alta y ahora, en consecuencia, hay menos ejemplares adultos y juveniles. Faltó la alimentación, faltaron los insectos. Pero es que incluso el día 20 de junio, la víspera de iniciarse oficialmente el verano, se tuvo que suspender una actividad con libélulas por no haber más de 20º de temperatura (las libélulas no pasan a su estado adulto y vuelan si la temperatura ambiental es inferior a 20º). Tengo la impresión de que esta primavera tan poco productiva desde el punto de vista de los hirundínidos no sólo afectó a las golondrinas españolas sino también a las europeas. Cuando se vayan conociendo los datos de capturas en todas las estaciones del proyecto SWALLOW se podrá certificar si esta impresión es cierta o no y cuantificar la afección. Estas especies lo están pasando mal por muchas causas. La sustitución de las actividades agrícolas tradicionales, la desaparición de lugares para anidar, que en el caso del avión zapador va ligada a la canalización y urbanización de las riberas de los ríos y a la actividad extractiva en las canteras, la utilización masiva de insecticidas, etc. son algunas de ellas. Pero habrá que añadir la propia dureza de la Naturaleza, las inclemencias meteorológicas. ¡Con lo dura que es la vida de los animales en libertad, además el ser humano tiene que poner más trabas! A ver si estas impresiones se confirman o no.
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