Mi Código de la Circulación por la carretera de la vida.

"Yo soy solo uno. Puedo hacer solo lo que uno puede hacer; pero lo que uno puede hacer, yo lo hago" (John Seymour, 1914-2004). //La sinceridad está sobrevalorada.// Antes de hablar ten claro que las palabras sean más oportunas que el silencio.// No discutas nunca con un imbécil. Te obligará a rebajarte a su nivel y te ganará por experiencia.// ¡Cuántas veces no se pretende sólo derrotar al contrario, sino más bien hundirle tanto en lo profesional como en lo personal!// ¿Quieres ser feliz un instante (o dos)? ¡Véngate! ¿Quieres ser feliz para siempre? ¡Perdona!// Cuanto más pequeño es un corazón, más rencor alberga.// No juzgues. Todas las personas te pueden sorprender si les das la oportunidad.// Tú sigue adelante, si alguien quiere ir contigo, que tire también.// No mires mucho alrededor, sigue adelante pues como dijo no sé quién: "es preferible pedir disculpas a pedir perdón".// No es posible caer bien a todo el mundo. Hagas lo que hagas unos te querrán y otros te aborrecerán. Es inevitable.// El ser humano forma parte de la Naturaleza y es un ser vivo como los demás (árboles, zorros, libélulas, bacterias) por lo que está sometido a los mismos procesos vitales.// Las religiones son el principal enemigo de la salud mental.// Si soy normal, y hago esto y lo otro, seguro que todas las demás personas harán lo mismo o cosas parecidas.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Pajareando (Birding) en el Parque Natural del Gorbea.

Caían chuzos de punta pero yo ya tenía "mono" de pasear por el campo, oler la tierra mojada, pisar hojas y ver pájaros en su ambiente. Así que el domingo por la mañana, tempranito, me lancé a recorrer el Parque Natural del Gorbea. Seguí el camino entre Sarría (Álava) y Zaldibartxo. Al volver habían pasado como unas tres horas. Son como cuatro kilómetros en los que todo el tiempo vas recorriendo el bosque siempre bajo los árboles, junto al río Bayas, afluente del río Ebro, que, nacido en las montañas del propio Parque, se manifiesta juvenil, tumultuoso y saliéndose del cauce. Al llegar al Parque el cielo estaba nublado, hacía 8ºC de temperatura y la lluvia era intermitente. Con lo que había llovido durante toda la noche y con los cahaparrones que caían de vez en cuando, todo estaba muy mojado. La zona del Parque que recorrí es de bosques y prados para pasto. En esa zona, el bosque es principalmente de robles, si bien hacia el final, en el entorno del Centro de Interpretación (Parketxe), se pueden ver grandes ejemplares de hayas "desmochados" por el carboneo que tradicionalmente ha existido en la zona.
Éste es uno de los Parques Naturales grandes del País Vasco, a caballo entre las provincias de Álava y Vizcaya. Como buen parque vasco, está coronado por una gran la cruz en la cumbre del monte Gorbea. El que da nombre al Parque. Algún día haré una entrada especial dedicada a él, porque la variedad de paisajes, ecosistemas y biotopos existentes es enorme; lo que favorece la presencia de una abundante diversidad de fauna. Desde ciervos, jabalíes, zorros y tejones hasta musarañas, aves de ciento cuarenta especies aproximadamente, anfibios y reptiles, todos encuentran acomodo en los distintos biotopos del parque. La vegetación está relativamente bien conservada en la parte alavesa con buenos rodales de robles y hayas y alguna pequeña repoblación de coníferas. Es un buen lugar para la recolecta de setas.

La comunidad de aves que identifiqué ayer estaba compuesta por las especies típicas invernantes: Pito real (Picus viridis), petirrojo (Eritachus rubecula), carbonero (Parus major), herrerillo (Cyanistes caeruleus) pinzón vulgar (Fringilla coelebs), corneja (Corvus corone), verdecillo (Serinus serinus), verderón serrano (Serinus citrinella) y pardillo común (Carduelis cannabina). Pasé también bajo nidos abandonados de busardo ratonero (Buteo buteo). El día estaba muy desapacible y quizás por ello mismo fue posible ver grandes, enormes, bandadas de verdecillos, verderones y pardillos rebuscando entre las ramas de los grandes robles de la orilla del río, junto al puente colgante que comunica una orilla con otra en los alrededores del Parketxe.
La variedad de especies es mucho mayor, citándose la presencia incluso del picamaderos negro (Dryocopus martius), trepadores azules (Sitta europaea), agateador común (Certhia brachydactila) y hasta el escaso agateador norteño (Certhia familiaris). Pero yo no los vi.
A lo lejos retumbaba el relincho del pito real. Una bandada de más de cien ejemplares de pinzón vulgar buscaba semillas por el suelo, mientras herrerillos y carboneros se colgaban de las más finas ramas rebuscando entre las hojas, ya casi completamente marrones. Las cornejas, en uno de los momentos en los que dejó de llover, abandonaron la relativa protección de las ramas de los árboles y recorrieron el suelo en los alrededores del aparcamiento del centro de interpretación. Apenas se oía cantar ningún pájaro. Aunque tengo la impresión de que, en cualquier caso, entre el ruido que hacía el río, la constante caída de gotas de agua sobre la capucha y los chaparrones que de vez en cuando caían, tampoco hubiera sido fácil poderlos oir. El paseo fue magnífico. Aquí os dejo un pálido reflejo de la belleza del bosque en esta serie de fotografías.




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