En la página web de Castromocho de Campos (provincia de Palencia. España) se dice textualmente "El ecologismo absurdo de moda ha hecho que durante diez años el tejado se haya convirtido (sic) en un enjambre (sic) de nidos de cigüeñas amenazando la integridad del templo (Iglesia Parroquial de san Esteban). A pesar de las muchas y reiteradas quejas de los vecinos nadie ha hecho nada hasta el año 2009 en que, por fin, se ha llegado a un acuerdo entre las autoridadses civiles y religiosas para evitar que el templo se viniera abajo. (...) Una vez concluida (la reparación del tejado) se pondrán ahuyentadores o inhibidores electrónicos para disuadir a las cigüeñas de que vuelvan a las andadas". El autor de este texto es un anormal. Ahora resulta que la culpa de que el templo estuviera para caerse no era de la incuria de los curas y de la diócesis, y del aborrecimiento de la población a las iglesias en general, sino que era de las cigüeñas. ¡Esas cigüeñas demoledoras! Afortunadamente, en ese lugar de Castromocho de Campos, las autoridades civiles son más razonables y más generosas que las eclesiásticas (que dios confunda) y han levantado toda una serie de postes con nidales artificiales para que las cigüeñas, expulsadas de sus legítimos cantiles (adquirido por usucapio el derecho de uso pues estaban allí desde 1822) por los curas ornitofóbicos, puedan instalarse. Pero no solo hay idiotas entre el orden eclesiástico sino también en el orden civil. En el bloque residencial situado en el número 1 de la Avenida Hernán Cortés de Cáceres, una vecina, armada con escobón en ristre, ha expulsado una y otra vez a una cigüeña después de haber derribado su nido. Un nido que llevaba más de diez años instalado en una cornisa del edificio. Otra imbécil. Tampoco faltan ejemplos entre los políticos. En el torreón de la Avenida de Burgos de la capital calceatense, han instalado un sistema ahuyentador de cigüeñas. Me resulta muy difícil de comprender. Yo amo a las cigüeñas y las he tenido anidando encima de mi cabeza. ¡Vine al mundo traído desde París por una cigüeña! Es evidente que los nidos de las cigüeñas pueden causar daños en los edificios. Aunque son relativamente fáciles de prever instalando plataformas bien ancladas en puntos clave de bóvedas y tejados. Un nido de cigüeña no es ninguna broma. Puede llegar a pesar 700-1000 kg e incluso más. Eso requiere un gran esfuerzo estructural, incrementado por los efectos de las deyecciones. Pero estos problemas se corrigen con las plataformas artificiales. Decía Rafael Alberti que él era un tonto, pero que lo que había visto le había hecho dos tontos. Tengo la impresión de que a mí me pasa lo mismo. Yo soy un tonto, pero mirando por ahí veo unas cosas que me hacen dos tontos. Y es que la idiocia es contagiosa ¡no lo dude Ud.!¡Tontos del mundo, uníos contra las peligrosísimas cigüeñas asesinas!
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