Mi Código de la Circulación por la carretera de la vida.

"Yo soy solo uno. Puedo hacer solo lo que uno puede hacer; pero lo que uno puede hacer, yo lo hago" (John Seymour, 1914-2004). //La sinceridad está sobrevalorada.// Antes de hablar ten claro que las palabras sean más oportunas que el silencio.// No discutas nunca con un imbécil. Te obligará a rebajarte a su nivel y te ganará por experiencia.// ¡Cuántas veces no se pretende sólo derrotar al contrario, sino más bien hundirle tanto en lo profesional como en lo personal!// ¿Quieres ser feliz un instante (o dos)? ¡Véngate! ¿Quieres ser feliz para siempre? ¡Perdona!// Cuanto más pequeño es un corazón, más rencor alberga.// No juzgues. Todas las personas te pueden sorprender si les das la oportunidad.// Tú sigue adelante, si alguien quiere ir contigo, que tire también.// No mires mucho alrededor, sigue adelante pues como dijo no sé quién: "es preferible pedir disculpas a pedir perdón".// No es posible caer bien a todo el mundo. Hagas lo que hagas unos te querrán y otros te aborrecerán. Es inevitable.// El ser humano forma parte de la Naturaleza y es un ser vivo como los demás (árboles, zorros, libélulas, bacterias) por lo que está sometido a los mismos procesos vitales.// Las religiones son el principal enemigo de la salud mental.// Si soy normal, y hago esto y lo otro, seguro que todas las demás personas harán lo mismo o cosas parecidas.

lunes, 14 de febrero de 2011

El turismo en la Antártida.


Yo he estado en la Antártida como turista. Parece que hay que pedir perdón por haber viajado hasta allá sin un motivo más honorable que la insaciable curiosidad. Son abundantes los artículos que se escriben para señalar los peligros del turismo antártico y prevenir de que lo peor está por llegar. Sin embargo, hasta ahora, el impacto de la industria turística sobre la Antártida ha sido inapreciable. En un continente más grande que Europa se hacen unos desembarcos en diez o doce puntos señalados y no se pisa el resto del continente. Es como si viniera un turista a Europa, desembarcara en las playas de Bretaña, las fotografiara con lágrimas de emoción en los ojos, y a continuación embarcara de nuevo y se marchara. ¡Qué grave impacto para la Naturaleza europea!
El efecto conjunto de toda la industria turística desde su origen en 1958 ha sido mucho menor al producido por las bases científicas permanentes, las estaciones de verano, los buques de abastecimiento de esas bases, etc. Y, sin duda alguna, muchísimo menor que el impacto producido por la explotación pesquera. O la amenaza que representan las presiones constantes de compañías petrolíferas y mineras que quieren echar mano de los inmensos depósitos que se supone se albergan en las entrañas del continente helado.
¿Por qué entonces esa preocupación por el número de turistas que viajamos a la Antártida? No tengo la respuesta, pero supongo que algo tiene que ver el que el concepto de "turista" esté tan degradado. Sin embargo atravesar el Pasaje de Drake, con olas de siete o diez metros, los aullantes 50's, dormir en una litera de 70 cm de ancho, viajar entre icebergs que pueden destrozar el casco del buque (el buque MS Explorer se fue a pique en 2007 con apenas una brecha de 25 por 10 cms producido por el choque con un iceberg), desembarcar con 15 o 20 grados bajo cero, etc. son hazañas más propias de "viajeros "que de "turistas".
Mi experiencia fue que el grupo de científicos y de guías que nos acompañaba mostraba una extraordinaria preocupación, muy apropiada, para que no dejáramos ni rastro de nuestro paso por aquellas soledades. Y el grupo fue muy respetuoso con ello, a pesar de que a menudo encontrábamos basura reciente abandonada por científicos que consideraban aquello como su laboratorio privado. Nuestro interés también era científico, de curiosidad por los procesos naturales. De observación respetuosa de una fauna incomparable. Por supuesto nos llevamos con nosotros y sacamos de la Antártida todos esos residuos ajenos.
Dicen las estadísticas que a la Antártida no viajan más que viejos forrados de pasta (el 71% de los turistas tienen más de 50 años; sólo un 29% es de inferior edad). Vale, es falso, como todos los estereotipos, casi una tercera parte de los viajeros es gente joven. Pero, entre todos ellos, he encontrado magníficas personas amantes de la Naturaleza, que llevaban años luchando por Ella, y que por fin cumplían un sueño largamente acariciado. Estos turistas son auténticos amantes de la Antártida que ponen en conexión la labor científica allí desarrollada con la opinión pública. Se convierten en embajadores de la Antártida y, sobre todo, se confirman como infatigables defensores del estatus extraterritorial de la Antártida. Tengo la impresión de que esta opinión pública motivada valdrá su peso en oro cuando, llegado el momento de debatir sobre la continuidad del Tratado Antártico o sobre la explotación de los recursos minerales, presionen firmemente a sus politicos para que no se dejen arrastrar por los cantos de sirena del desarrollismo arrasador.

1 comentario:

  1. ME HE TOMADO EL ATREVIMIENTO DE REPRODUCIR TU MUY BUEN ARTICULO MUY OPORTUNO EN ESTOS TIEMPOS QUE EL TURISMO ANTÁRTICO ESTÁ SIENDO JUZGADO CON DUREZA.
    MUCHAS GRACIAS MI BLOG ES WWW.CRUCEROSENURUGUAY.BLOGSPOT.COM
    SALUDOS CORDIALES CARLOS

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