La acción conservacionista internacional, mundo en el que me estoy introduciendo estos días en los que estoy de vacaciones en Madrid (España), reclama la participación de todos. Propone esfuerzos a las instituciones, desde las Grandes Instituciones Internacionales (ONU, UNESCO, FAO, etc.) hasta los gobiernos nacionales, Comunidades Autónomas, Ayuntamientos, hasta a las organizaciones no gubernamentales (ONG's), a las empresas, a las comunidades locales y a los individuos. Cada esfuerzo individual, cada esfuerzo diminuto (gota a gota) se suma para cambiar el mundo. Las tareas parecen sencillas y claras: Informarnos, necesitar menos para vivir mejor, comunicar nuestras inquietudes, llevar un estilo de vida coherente, apoyar a grupos conservacionistas locales, formar parte de Asociaciones Internacionales, etc. En el año 2002, en Estados Unidos, las asociaciones voluntarias recaudaron ciento ochenta y cinco mil millones de dólares (185.000,000.000 USD). El 35% para organizaciones religiosas, el 15% para Asociaciones relacionadas con la salud, el 13% para Asociaciones de carácter educativo. Únicamente algo menos del 5% a Asociaciones conservacionistas. El compromiso parece claro y las tareas sencillas, pero no es tan fácil. El mismo sábado por la mañana me encontré a un grupo de GreenPeace que estaba difundiendo su mensaje en contra de la adquisición de pescado procedente de pesca de arrastre y, en general, de cualquier arte de pesca poco respetuosa con el Medio. Una de las especies que más riesgo de extinción corre es el atún rojo, pues los japoneses lo utilizan para el sushi y el sashimi, se considera un artículo de alto estatus y todo el personal se ha puesto en Japón a comer atún rojo crudo, como expresión de su triunfo en la vida. Ninguno consume mucho, son muchos consumiendo un poquito cada uno. Pues bien, después de saludar a los compañeros de GreenPeace, una de las Asociaciones internacionales con las que colaboro, me fui a comer a un restaurante japonés. Y allí, como aperitivo, nos sirvieron un sashimi consistente en dos pequeños trozos de atún rojo crudo. ¿Cuántas toneladas de atún rojo se consumirían el pasado sábado en el mundo, si hasta en un pequeño restaurante japonés de Madrid nos sirvieron 25 o 30 gramos de atún rojo? ¿Cuántos atunes son comidos en forma de sashimi en Madrid, Tokio, Londrés, Moscú, Nueva York, cada sábado? Me quedé pensativo. Un grano no hace granero, pero ayuda al compañero. Son gestos así, sin importancia cada uno de ellos aisladamente, los que están poniendo al atún rojo contra las cuerdas de la extinción.¡Y hay gente que dice que uno solo puede hacer nada!
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