Los nogales americanos que se ven desde mi ventana, cubiertos de hojas verdes cuando me fir de vacaciones, están ahora secos y sin una sola hoja. Sus ramas desnudas dejan ver los líquenes que las cubren. Pero ahí siguen los mosquiteros comunes (Phylloscopus collybita), rebuscando entre las ramas los insectos de los que se alimentan. Ahí están, revolviendo entre las ramas más finas. A veces se les une un herrerillo (Cyanistes caeruleus) o algún gorrión (Passer domesticus). El gorrión es como un B-52 comparado con los herrerillos y los mosquiteros. Precisamente es eso lo que me sorprende. Con el frío que hace (esta mañana he venido a trabajar con 2ºC) ¡cómo pueden sobrevivir al invierno unos animalillos que pesarán entre 7 y 10 gramos! Son duros, pero están siempre en el filo de la navaja de la supervivencia. Una noche muy fría, después de un día con poca comida puede dar al traste con ellos y matarlos. Pero ahí están, buscando su comida y peleando contra el frío desde hace muchos miles de años, quizás más de 30.000, y las especies y las poblaciones siguen superando el difícil problema de vivir.
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