El sábado día 25 por la mañana salimos para ver si localizábamos alguna colonia de abejaruco (Merops apiaster) de las que se suelen instalar en las cercanías de la localidad burgalesa de Fresno de Río Tirón. El día estaba soleado, hacia las 10:00 de la mañana una brisa fresca provinente del NE mantenía la temperatura a 18ºC. Nos dirigimos a un paraje denominado "El Charco". Se trata de una estructura geológica muy característica. Se trata de valles muy estrechos que se adentran en el páramo, cortándolo. Presentan un fondo de valle húmedo pero las laderas son semiáridas. Mientras en el fondo del valle podemos ver carrizos y chopos, las laderas resecas presentan una vegetación de plantas aromáticas de secano como la santolina, el espliego o el tomillo. La espera es fragante, cada paso que damos, cada roca en la que nos reclinamos, huelen a verano. El fondo del valle se aprovecha para sembradíos de secano y, esta temporada, preside el lugar una plantación de adormidera. Estas características edáficas se derivan del hecho de que el subsuelo del páramo está formado de sulfato de sodio (Sales de Glauber o glauberita) soluble y muy permeable. Se resecan las laderas y el páramo pero se deposita tierra fértil sobre las capas impermeables que se han ido formando en los fondos de los vallecillos. Pronto nos vimos rodeados de aves de todo tipo que se movían entre los árboles de la zona, las plantaciones, las laderas resecas, etc. Escribanos soteños, gorriones domésticos, golondrinas comunes, buitres, cernícalos comunes, palomas torcaces (quedan algunos bosquetes relictos de encinas que producen bellotas)... Un macho de aguilucho cenizo patrulla atento la ladera opuesta a la que nos acoge. El suelo de las laderas es semiárido, pero en las manchas de humedad que crea un arroyo que corre por el fondo del valle se ven paseriformes de zonas húmedas. Oímos el canto de un escribano cerillo. En lo alto de las cabezuelas de las adormideras una pareja de tarabilla común salta de una a otra, también vemos varios trigueros. De entre los pies se nos levantan dos parejas de abubillas. Estuvimos una hora escuchando en silencio. "Ha sido mágico este remanso de paz". Sobre nuestras cabezas, una docena de buitres ha cogido una térmica muy estrecha y rápida y suben hacia el cielo casi en fila india. A las 12:00 levantamos el campo. Ni rastro de abejarucos. Nos despide el canto de la codorniz, el primero del año.
Las parejas de abubillas se alejan hacia unos chopos próximos. Les sigue una pareja de pito real, exhibiendo su obispillo de oro. A lo lejos camina sobre los bordes del páramo el burro, que lleva un collar con campanillas, de un pastor del pueblo. Vemos correr por la senda a una perdiz. Cuatro cornejas nos despiden lanzando al cielo su canto más metálico. La vida en directo
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