Mi Código de la Circulación por la carretera de la vida.

"Yo soy solo uno. Puedo hacer solo lo que uno puede hacer; pero lo que uno puede hacer, yo lo hago" (John Seymour, 1914-2004). //La sinceridad está sobrevalorada.// Antes de hablar ten claro que las palabras sean más oportunas que el silencio.// No discutas nunca con un imbécil. Te obligará a rebajarte a su nivel y te ganará por experiencia.// ¡Cuántas veces no se pretende sólo derrotar al contrario, sino más bien hundirle tanto en lo profesional como en lo personal!// ¿Quieres ser feliz un instante (o dos)? ¡Véngate! ¿Quieres ser feliz para siempre? ¡Perdona!// Cuanto más pequeño es un corazón, más rencor alberga.// No juzgues. Todas las personas te pueden sorprender si les das la oportunidad.// Tú sigue adelante, si alguien quiere ir contigo, que tire también.// No mires mucho alrededor, sigue adelante pues como dijo no sé quién: "es preferible pedir disculpas a pedir perdón".// No es posible caer bien a todo el mundo. Hagas lo que hagas unos te querrán y otros te aborrecerán. Es inevitable.// El ser humano forma parte de la Naturaleza y es un ser vivo como los demás (árboles, zorros, libélulas, bacterias) por lo que está sometido a los mismos procesos vitales.// Las religiones son el principal enemigo de la salud mental.// Si soy normal, y hago esto y lo otro, seguro que todas las demás personas harán lo mismo o cosas parecidas.

viernes, 3 de junio de 2011

2011 Año Internacional de los Bosques.

En la resolución 61/193, acordada en diciembre del 2006, la ONU declaraba 2011 Año Internacional de los Bosques. Decía entonces la ONU que "los bosques y su ordenación pueden contribuir significativamente al desarrollo sustentable, la erradicación de la pobreza y el logro de los objetivos de desarrollo acordados internacionalmente". De cara a ese Año Internacional, la ONU ha propuesto el lema "Bosques para las Personas" a fin de destacar el papel de la población en la conservación, la ordenación y el aprovechamiento sustentable de los bosques del mundo. El bosque, en el ideario colectivo representa lo íntimo, lo oculto, lo secreto. En el interior de un bosque la persona se siente como parte de algo muy profundo. El aroma del bosque nos tranquiliza; su humedad nos devuelve al útero materno. Pero los bosques están sufriendo mundialmente una regresión sin precedentes. Algunas de las causas de su degradación son las explotaciones madereras no sustentables, el uso de la leña como único combustible, las prospecciones petroleras, la búsqueda de minerales, las roturaciones, la expansión urbanística, las talas ilegales... incluso la guerra, en amplias zonas de África.
La conservación de la masa forestal es esencial en la conservación del planeta. Los bosques, aunque cubren más del 30% de la tierra, contienen el 90% de la biodiversidad. El 60% del agua existente proviene de su entorno. En el mundo, entre 1995 y 2000 se talaron 15 millones de hectáreas; de 2000 a 2005 fueron 13 millones de hectáreas, pero a partir del último año se incrementó tanto la destrucción que en 2009 se calculó que la pérdida anual de superficies boscosas alcanzaba ya los 13 millones de hectáreas. Es decir, ahora se pierde en un año lo que antes se perdía en cinco. Sin embargo, esta tasa está en reducción. Poco a poco se han iniciado proyectos de reforestación que intentan paliar la desaparición forestal.



Son muchos los servicios que nos presta el bosque. A los tradicionales de explotación sustentable de recursos, debemos añadir la depuración del agua que los bosques realizan, la fijación del agua en el terreno, la eliminación de CO2 atmosférico, la concentración de principios activos farmacéuticos en sus plantas, la aportación de los bosques al ocio y su importancia para la conservación de la biodiversidad global. Es evidente que la persistencia de los bosques nos interesa a toda la humanidad.



Frente a ello, las amenazas son las habituales. La agricultura intensiva de soja y aceite de palma así como la cría de langostinos para el consumo del primer mundo están arrasando inmensas superficies de selvas tropicales. La explotación minera en África o Sudamérica se desarrolla sobre selvas vírgenes que son expoliadas sin visión estratégica ninguna: "aquí te pillo, aquí te mato". La explotación forestal para atender a las demandas decorativas y constructivas del mundo desarrollado propician un comercio clandestino de madera barata, que no contenta con dejar muy poco dinero en los lugares de la que es saqueada, convierten los bosques en superficies estériles buenas para nada. Los principales perjudicados son, precisamente, las personas que viven a su alrededor. La pérdida del bosque conlleva la desaparición de las personas que viven a su alrededor. Es evidente por lo tanto la necesidad de plantar nuevos bosques en las zonas desarboladas de Sudamérica, África y Asia. La supervivencia de las personas que allí viven está ligada a la existencia del bosque. Iniciativas como la del Cinturón Verde, de la premio Nobel Wangari Maathai, así lo confirman.

Tengo la impresión de que en Europa la cosa es un poco diferente. Aquí hay dos actividades compulsivamente forestalistas que creo negativas para el medio ambiente y la biodiversidad. La primera es la plantación de árboles de cualquier especie, predominando todas las coníferas sin importar si son autóctonas o alóctonas, ocupando todos los espacios libres del campo. Todos los espacios no cultivados se plantan de árboles. Muy bonito, oiga, pero también tienen su papel ecológico los pastizales, brezales, espacios yermos con plantas aromáticas, etc. No es conveniente, en aras precisamente de la biodiversidad, la repoblación exhaustiva y compulsiva de cualquier rincón despoblado del país.

La segunda actividad forestalista, negativa en mi opinión, es hacer pasar por repoblación forestal de valor ecológico la mera explotación forestal industrializada. La sustitución de inmensas extensiones de bosques tropicales por plantaciones de palmeras de aceiteras o la sustitución de los manglares por piscinas para langostinos; la plantación de eucaliptus para la obtención de pasta de papel o la plantación de especies de crecimiento rápido para la construción o la "fabricación" rápida de biomasa, no suponen ningún beneficio medio ambiental. Por mucho que, cuando alguno de esos grandes espacios monoespecíficos arde en verano, las televisiones nos bombardeen con los perjuicios del incendio en el bosque, tengo para mí que no es tanto el perjuicio para la biodiversidad cuanto para el bolsillo de los propietarios. Esas plantaciones no son bosques; los bosques necesitan tiempo, variedad, matorral, árboles viejos, para cumplir sus funciones ecológicas. Esas repoblaciones no reunen ninguna de esas características. Parafraseando un genial chiste de los años 70's podríamos decir "cuando un monte se quema, algo suyo se quema señor industrial de la celulosa". Festejemos pues con alegría el Año Internacional de los Bosques, pero no nos dejemos colar "plantación" por "bosque". El Año Internacional de las Plantaciones será otro, si tienen la cara de conmemorarlo.

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