La gaviota dominicana es un ave muy común que se encuentra prácticamente por todo el hemisferio sur. Es un ave grande, del tamaño de una gaviota sombría (Larus fuscus) del hemisferio norte. En la Antártida no hay confusión posible porque es la única gaviota de cabeza blanca que se puede ver en aquellas latitudes. Abunda desde Ecuador hasta Brasil, desde Mozambique y Namibia hasta Senegal y Gambia. Abunda en toda al península antártica e islas subantárticas de toda el área. En todos los casos, exclusivamente en las áreas costeras. Su población, en el 2001, se estimó alrededor de 1.085 millones de parejas (SHIRIAI, Hadoram. A Complete Guide to Antartic Wildlife. P. 260). Aquí es inconfundible con su capa sombría, su cabeza blanca y su pico amarillo con la mancha roja. Es la única ave así. Emite unas voces similares a las que emiten las gaviotas de la misma familia del hemisferio norte. Al igual que éstas es un ave oportunista y eurifaga que aprovecha basuras, desechos de todo tipo, restos de pescado, carroñeando cadáveres, huesos, etc. Pero también es predadora; pescando, mediante picados en el agua, peces, todo tipo e invertebrados, anfibios etc. Asimismo se alimenta de pequeños mamíferos. Tanto en la Antártida como en las islas Kerguelen, su dieta principal son los moluscos especialmente la lapa Nacella conccina que arranca de las rocas durante la marea baja. En la Antártida asimismo es una gran depredadora de nidos de pingüino, charrán antártico, petrel damero, etc. hasta el punto de que hace coincidir el nacimiento de sus pollos con los de estas especies para así aprovechar su abundancia para alimentar a sus propios pollos.
El macho, generalmente, es más grande que la hembra. Se desconocen todos los datos sobre sus costumbres sociales, excepto que se empareja entre septiembre y octubre, anida formando densas y a menudo muy extensas colonias (es muy extraño que una pareja anide sóla). Construye un nido con restos de plantas y de valvas de marisco, sobre una base de roca o de matorral. Pone de 2 a 3 huevos con coloración variable y los incuba durante 24-30 días. Los pollos abandonan el nido a las siete semanas.
Nosotros vimos las primeras gaviotas dominicanas ya en Ushuaia (Argentina), tanto en el puerto como en las islas del canal de la Beagle, y no dejamos de verlas incluso cuando llegamos a los 65º15' de latitud Sur. Ya en la Antártida, el primer lugar en el que las vimos fue en la isla Barrientos, del archipiélago de las Aitcho, a los 62º24'S. En la isla Cuverville, a los 64º 44'S, las gaviotas cocineras estaban esperando junto a las colonias de pingüinos, como recogen las fotografías. Esperaban predar sus huevos y sus crías. La puesta no se había realizado todavía, pero ya estaban vigilantes. Parecía como si velaran cómo se apacienta su rebaño. Es bastante chocante esta convivencia continua entre depedadores y presas. Por encima de las colonias de pingüinos revolotean constantemente gaviotas dominicanas, págalos (Catharacta sp.) y petreles gigantes del Sur (Macronectes giganteus) atentos a cualquier descuido para intentar hacerse con algún botín. En cuanto haya huevos o pollos predarán sobre ellos, e iniciarán la cría de los suyos aprovechando esta abundancia temporal. A pesar de esta evidencia permanente (memento mori), la vida alrededor transcurre en una aparente armonía; impresión radicalmente equivocada, evidentemente.
En lo alto de las rocas de granito rojo de la Bahía Andvord (64º50'), a las que subí la mañana del miércoles 11 de noviembre del 2009, encuentro, en una pequeña superficie limpia de nieve, el nido del año pasado de una gaviota dominicana. Está formado por conchas de la lapa Nacella concinna de las que, como ya he dicho, la gaviota se alimenta, y de pequeñas lascas de granito rojo. Comen tantas que llegan a formar cúmulos de conchas de hasta 60 cms de altura, como se ve en las dos últimas fotografías. No tengo ni idea de por qué a esta gaviota cuyo nombre científico es Larus dominicanus, la llaman en toda sudamérica "gaviota cocinera"; pero tengo mi hipótesis. Teniendo en cuenta que su principal alimento son las lapas de la especie conccina, su nombre común ¿no podría haber empezado com un cultismo del tipo "gaviota conccinera" y acabar su popularización como "gaviota cocinera"? Inch Allah.
Sobre los depósitos de grasa de ballena de la factoría Hektor, afortunadamente abandonada y arrasada, en Bahía Balleneros, de la isla Decepción (62º59'S), a la que arribamos el día 13 de noviembre de 2009, por la mañana, se ha instalado una colonia reproductora de esta gaviota. No consienten que nadie se acerque. Cuando una persona se acerca a los depósitos, a pesar de que tienen más de cuatro metros de altura, las gaviotas que están incubando, estiran el cuello, miran fijamente al intruso y lanzan gritos que al instante atraen a otros miembros de la colonia que se lanzan sobre la cabeza del visitante, aunque, por fortuna, sin llegar a golpearle.
El macho, generalmente, es más grande que la hembra. Se desconocen todos los datos sobre sus costumbres sociales, excepto que se empareja entre septiembre y octubre, anida formando densas y a menudo muy extensas colonias (es muy extraño que una pareja anide sóla). Construye un nido con restos de plantas y de valvas de marisco, sobre una base de roca o de matorral. Pone de 2 a 3 huevos con coloración variable y los incuba durante 24-30 días. Los pollos abandonan el nido a las siete semanas.
Nosotros vimos las primeras gaviotas dominicanas ya en Ushuaia (Argentina), tanto en el puerto como en las islas del canal de la Beagle, y no dejamos de verlas incluso cuando llegamos a los 65º15' de latitud Sur. Ya en la Antártida, el primer lugar en el que las vimos fue en la isla Barrientos, del archipiélago de las Aitcho, a los 62º24'S. En la isla Cuverville, a los 64º 44'S, las gaviotas cocineras estaban esperando junto a las colonias de pingüinos, como recogen las fotografías. Esperaban predar sus huevos y sus crías. La puesta no se había realizado todavía, pero ya estaban vigilantes. Parecía como si velaran cómo se apacienta su rebaño. Es bastante chocante esta convivencia continua entre depedadores y presas. Por encima de las colonias de pingüinos revolotean constantemente gaviotas dominicanas, págalos (Catharacta sp.) y petreles gigantes del Sur (Macronectes giganteus) atentos a cualquier descuido para intentar hacerse con algún botín. En cuanto haya huevos o pollos predarán sobre ellos, e iniciarán la cría de los suyos aprovechando esta abundancia temporal. A pesar de esta evidencia permanente (memento mori), la vida alrededor transcurre en una aparente armonía; impresión radicalmente equivocada, evidentemente.
En lo alto de las rocas de granito rojo de la Bahía Andvord (64º50'), a las que subí la mañana del miércoles 11 de noviembre del 2009, encuentro, en una pequeña superficie limpia de nieve, el nido del año pasado de una gaviota dominicana. Está formado por conchas de la lapa Nacella concinna de las que, como ya he dicho, la gaviota se alimenta, y de pequeñas lascas de granito rojo. Comen tantas que llegan a formar cúmulos de conchas de hasta 60 cms de altura, como se ve en las dos últimas fotografías. No tengo ni idea de por qué a esta gaviota cuyo nombre científico es Larus dominicanus, la llaman en toda sudamérica "gaviota cocinera"; pero tengo mi hipótesis. Teniendo en cuenta que su principal alimento son las lapas de la especie conccina, su nombre común ¿no podría haber empezado com un cultismo del tipo "gaviota conccinera" y acabar su popularización como "gaviota cocinera"? Inch Allah.
Sobre los depósitos de grasa de ballena de la factoría Hektor, afortunadamente abandonada y arrasada, en Bahía Balleneros, de la isla Decepción (62º59'S), a la que arribamos el día 13 de noviembre de 2009, por la mañana, se ha instalado una colonia reproductora de esta gaviota. No consienten que nadie se acerque. Cuando una persona se acerca a los depósitos, a pesar de que tienen más de cuatro metros de altura, las gaviotas que están incubando, estiran el cuello, miran fijamente al intruso y lanzan gritos que al instante atraen a otros miembros de la colonia que se lanzan sobre la cabeza del visitante, aunque, por fortuna, sin llegar a golpearle.
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