Ya he cambiado la fotografía que encabeza este blog. A la heladora fotografía de un mar rodeado de montañas nevadas que representaba el invierno, la sustituye una fotografía de un paisaje típicamente primaveral, con sus almendros en flor, los tallos de los cereales de secano verdeando, los chopos todavía sin cubrir de hojas. La fotografía está obtenida, por Charo Zárate, el pasado sábado día 26 de marzo en los páramos de Lerma, en la provincia de Burgos (España). A continuación va una parecida. Los árboles están con las yemas reventando. Los álamos de las orillas de los ríos ya amarillean, con sus yemas a punto de abrirse. Para que la vida siga, tienen que unirse almendros, flores insectos. Los almendros llevan ya varias semanas florecidos. Todo el aire a su alrededor se llena del olor de sus flores, del zumbido, adormilado todavía, de las abejas. Es evidente que el ciclo de la vida no se detiene, pero tengo la impresión de que los fríos del invierno lo tranquilizan, lo serenan, casi lo paralizan. Ya está aquí la primavera para recordarnos que la vida seguía ahí, bullendo invisible, esperando los primeros rayos del sol. A los primeros calores, aunque todavía queden días de frío y lluvia por delante, la vida responde brillante.
Estas hemosas flores de almendro, si los insectos son suficientes para polinizarlas, se convertirán en tremendos almendrucos que nos alegrarán los postres dentro de bien poco. Esperemos que tantos insecticidas, biocidas y pesticidas, empleados en la agricultura no maten a todos los insectos, y nunca tengamos una "primavera silenciosa".
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