Llueve, llueve y llueve.
En las ventanas se recorta
una luz incierta
cenicienta y gris.
Es marzo y no
ha brillado el sol
en todo el invierno.
La mirada se vuelve
al interior y descubre,
en el fondo de uno mismo,
la brillante luz
de la
próxima llegada
de la
No hay comentarios:
Publicar un comentario