Mi Código de la Circulación por la carretera de la vida.

"Yo soy solo uno. Puedo hacer solo lo que uno puede hacer; pero lo que uno puede hacer, yo lo hago" (John Seymour, 1914-2004). //La sinceridad está sobrevalorada.// Antes de hablar ten claro que las palabras sean más oportunas que el silencio.// No discutas nunca con un imbécil. Te obligará a rebajarte a su nivel y te ganará por experiencia.// ¡Cuántas veces no se pretende sólo derrotar al contrario, sino más bien hundirle tanto en lo profesional como en lo personal!// ¿Quieres ser feliz un instante (o dos)? ¡Véngate! ¿Quieres ser feliz para siempre? ¡Perdona!// Cuanto más pequeño es un corazón, más rencor alberga.// No juzgues. Todas las personas te pueden sorprender si les das la oportunidad.// Tú sigue adelante, si alguien quiere ir contigo, que tire también.// No mires mucho alrededor, sigue adelante pues como dijo no sé quién: "es preferible pedir disculpas a pedir perdón".// No es posible caer bien a todo el mundo. Hagas lo que hagas unos te querrán y otros te aborrecerán. Es inevitable.// El ser humano forma parte de la Naturaleza y es un ser vivo como los demás (árboles, zorros, libélulas, bacterias) por lo que está sometido a los mismos procesos vitales.// Las religiones son el principal enemigo de la salud mental.// Si soy normal, y hago esto y lo otro, seguro que todas las demás personas harán lo mismo o cosas parecidas.

lunes, 18 de abril de 2011

Más sobre gorriones en Fresno de Río Tirón (Burgos. España). House sparrow

Los gorriones (Passer domesticus), como todas las demás aves, en nuestra zona están en pleno ciclo de cortejo-reproducción. Los gorriones son unas aves tan familiares y conocidas que se nos han inscrustado algunas imágenes sobre ellas. Por ejemplo, el gorrión parece tranquilo y amable. Incapaz de hacer daño a nadie. Ayer domingo a eso de las 09:30 de la mañana, sobre un tejado de Fresno de Río Tirón (Burgos. España), una hembra de gorrión atacó una y otra vez a su imagen reflejada en una chimenea de metal pulido recién instalada. Esta vez al sur del casco urbano. Entre las 09:00 y las 09:10 atacó a su imagen más de veinticinco veces. Una y otra vez atacó a su imagen a todo el derredor de la chimenea. Hembra de Passer domesticus.


Durante más de media hora no paró de atacar, hasta el punto de que los que la observábamos comentamos que se iba a agotar. Pasada una media hora, en la que atacó a su imagen más de sesenta veces, se paró. Junto a un macho, que se había mantenido a su lado durante todo el tiempo pero que no había intervenido, se marchó hacia otra parte del tejado. Después, a lo largo de toda la mañana, cada vez que pasaba cerca de la chimenea, volvía a atacar tres o cuatro veces y luego se marchaba a sus quehaceres. Estuvo así toda la mañana; con mucha más constancia y tesón que el macho de lavandera blanca (Motacilla alba) que protagonizó una conducta similar hace un par de semanas en otra chimenea, también nueva y pulida. Hembra de gorrión común. Lo que llamó mi atención esta vez es que se trataba de una hembra, y de la enorme constancia que tuvo. Atacó a su imagen reflejada en el tubo de la chimenea más de doscientas veces, a lo largo de la mañana. Tal vez tenga algo que ver en esto la relación de sexos (sex ratio) en el gorrión común. En el casco urbano de Fresno de Río Tirón, alrededor de cada hembra se arremolina en estas fechas una corte piante de machos que nunca es inferior a seis. Hay por lo tanto machos de sobra para atender a todas las hembras dispuestas. A pesar de ello, la hembra del tubo de la chimenea, teniendo un macho sumiso a su lado, pasó toda la mañana, aparentemente, rechazando a cuantas "hembras" se le acercaban.
Hembra de gorrión común.


Es curioso lo poco que sabemos de las aves que nos rodean. ¿Alguien podía suponer tanta ferocidad bajo la discreta capa de una hembra de gorrioncillo, del humilde pardal?

Macho de gorrión común.


A veces, de tanto verlos a nuestro alrededor, los miramos sin atender a sus características físicas; cuanto menos a sus características conductuales. El relación a ello contaré una anécdota que me pasó este verano. Cuando allá por el mes de septiembre estuve colaborando en tareas de anillamiento de aves en la Estación Manecorro del Parque Nacional de Doñana, una mañana saqué de la red a un pájaro desconocido, marrón, cabezón, gordo. Subí hacia la estación comentando que había sacado una especie nueva, que no había visto nunca. Cuando abrí la bolsa, vi un pájaro marrón, con una gran cabeza, un pico bastante grueso, toques amarillos en alguna de las plumas, que eran mayoritariamente grises; me lo quedé mirando un rato. No reconocía lo que era, hasta que de pronto caí en la cuenta. Era una hembra de gorrión común. La habré visto en libertad más de mil veces. Pero nunca con mucho detalle. De tanto verlos, se me había hecho una imagen genérica de ellos que, luego, al mirarlo mucho más en detalle no me cuadraba. Realmente es un ave bella, fuerte, con una gran cabeza, con muchos matices en sus plumas. De tanto verlos se me habían vuelto invisibles.

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